12/03/2014 - Entrevistas
Gonzalo Len: “La New Age es radicalmente incompatible con lo que transmite Jesucristo”
¿Estás
seguro de que la New Age no está influyendo en tu vida, en tu modo de
pensar? ¿Qué es? ¿Qué consecuencias tiene para tu vida? Entrevistamos a
este sacerdote que da respuesta a estas y otras preguntas en su libro
‘New Age. El desafío’ (Ed. Stella Maris). “El alimento dulce de la New
Age son golosinas, que te llenan y te quitan el hambre, pero no te
sacian”, afirma
Juan Francisco Jiménez Jacinto
El padre Gonzalo Len (Perú, 1967) aborda en New Age. El desafío
esta manifestación que no es una simple moda, ni una secta, ni una
religión, pero sus tentáculos llegan mucho más allá de lo que piensas.
Sus mensajes se cuelan a través de películas como Harry Potter, Avatar o 2012,
grupos musicales de relevancia internacional como Vangelis, Enya o
Secret Garden, de autores de éxito como Paulo Coelho, de seminarios y
masters e incluso de terapias de relajación y libros de pseu-dociencia.
No es sólo el Reiki, las flores de Bach, yoga, homeopatía, la
quiromancia, chakras, meditación trascendental, cristales o
aromaterapia. Es mucho más sutil y peligroso.
Detrás
de todo ello y de otras muchas ofertas conocidas que parecen inocuas se
oculta una poderosa reivindicación de cambio cultural, que pretende
desplazar los valores como hasta ahora se habían entendido. Este libro
te explica con objetividad, profundidad y agudeza, un fenómeno que está
afectando a millones de personas en todo el mundo.
Gonzalo
Len es sacerdote y teólogo, perteneciente al Sodalitium Christianae
Vitae, del que ha sido parte de su Consejo Superior. Ex-rector de varios
centros educativos católicos. Es un reconocido especialista en la New
Age.
¿Qué es la New Age?
Hay que entender que a la New Age
(o Nueva Era) se la conoce más por sus manifestaciones que por su
nombre específico. Si uno habla de la homeopatía, del Reiki, del challening, del yoga, de la energía cósmica, de la reencarnación, de los niños índigo… estas manifestaciones se conocen más.
Lo
importante es entender que estos conceptos y terapias tienen una cierta
unidad que se puede insertar en esta categoría de la New Age. Tiene sus
orígenes en los años 60 donde claramente se hablaba de una Nueva Era en
la humanidad y la historia. El cambio de milenio se veía como la
posibilidad de adentrarse en una edad de oro, una humanidad nueva
reconciliada y luminosa. Esta se contraponía a la edad que se estaba
acabando y que se identificaba con el racionalismo de la ilustración y
con la tradición cristiana.
Sin embargo, los años 60 y 70 han pasado y se han superado corrientes como el movimiento hippie, pero ha quedado gran parte de esa filosofía, ¿por qué?
Hay una ópera famosa, el musical Hair,
que difundió muchísimo esos conceptos. Esa idea de cambio global en la
historia de la humanidad ya no se resalta tanto. Estamos en el 2014 y no
hubo tal cambio. Ya no se mantiene como una posición global sino como
una cuestión personal. Se sigue hablando de la New Age pero en primera
persona, tú eres el que tiene que dar su propio paso hacia tu propia
Nueva Era.
Desde
esa perspectiva se mantiene este mensaje alternativo: lo de antes fue
malo, lo de ahora será lo mejor. Y lo de antes es la idea de que todo
está disgregado: una ciencia que se plantea que hay objetos distintos,
separados; una religión que habla de que Dios se hace humano, de unos
sacramentos salvíficos y de una divinidad. Es el paso de una realidad
del mundo a una Nueva Era.
“La Nueva Era se caracteriza por un egocentrismo muy grande, un yoísmo"
Entonces, ¿la individualidad es una de las características de la New Age?
Muy
claramente lo es. Se habla de la unión de la persona con la naturaleza y
la transcendencia, pero una característica típica de la Nueva Era es un
egocentrismo muy grande, algunos lo llaman un yoísmo. Esto consistiría en la expansión de la consciencia, la armonía.
A
estos elementos hay que sumarle uno muy importante, la experiencia. La
experiencia es el todo prácticamente: lo que tú sientes, lo que tu
vives. Las terapias tienen un fuerte acento en esto que se llama la
experiencia: la exploración de la consciencia, la experiencia de la
unión con el universo.
Por lo tanto, si lo más importante es la experiencia, ¿las personas que siguen la New Age no necesitan intermediarios?
Es
una pregunta muy adecuada porque justamente el cuestionamiento que
plantea la New age es que hay que dejar de lado a los intermediarios,
las mediaciones, la Iglesia, los sacramentos, los pastores, toda la
verdad que se transmite a través de mediaciones. Hablan mucho de esta
conexión, de este contacto inmediato, de hacerse uno su propia verdad,
de escoger en el supermercado espiritual y de terapias, de acomodar las
cosas a cada uno haciendo creer que no hay mediaciones.
Sin
embargo, al final estos supuestos sabios o maestros se convierten en
mediadores, los cuestionan para acabar convirtiéndose en uno de ellos.
Se dice mucho que el sabio no transmite conocimientos, lo que hace es
ayudarte a encontrar la sabiduría en ti, pero termina siendo evidente
que eso no se da.
“La New Age sutilmente va indisponiendo radicalmente para la fe”
¿Se puede ser cristiano y seguir alguna corriente de la New Age?
Efectivamente
uno de los puntos fundamentales de la New Age es que se presenta como
amigable con cualquier fe. Se dice que no hay enfrentamiento con la fe.
Sin embargo, sutilmente y sin crear conflictos va indisponiendo
radicalmente para la fe. Eso que los autores de la New Age denominan el
‘nuevo paradigma’, esta nueva forma de ver la realidad la hace
incompatible. Lo que se transmite es radicalmente incompatible con lo
que transmite Jesucristo.
¿Por qué?
Fundamentalmente
porque la visión que se tiene de la realidad es que todo es un
organismo vivo totalmente interconectado. En la película Avatar,
por ejemplo, se ve como todo se conecta: hay lugares sagrados donde
bajan lianas maravillosas que sirven para sanar, los seres de ese lugar
se conectan físicamente con los animales, etcétera. Esa película es un
buen ejemplo de esa concepción de la realidad en la que todo esta
interconectado. Por lo tanto, la divinidad acaba siendo este gran
organismo vivo y uno tiene que lograr conectarse con él.
“Cuando rezamos y nos encontramos con el Señor es un encuentro verdaderamente transcendente, no es que me conecto con algo”
Sin
embargo, es cierto, y la biología lo demuestra, que la naturaleza está
interconectada en sí misma. ¿Por qué entonces no es lo mismo Dios, el
universo o la energía, conceptos que la New Age coloca en la misma
dimensión?
Porque
la New Age habla de la transcendencia, de la divinidad, pero la
categoría más alta que tiene para hablar de Dios es simplemente lo divino. Usa el concepto de transcendencia, pero en el fondo lo que plantea es inmanente.
Son dos conceptos filosóficos que pueden resultar difíciles de
entender: lo trascendente es una realidad que escapa al horizonte de lo
que tenemos aquí abajo, es decir, Dios está más allá del mundo aunque se
haga presente en él.
La
mirada de la New Age plantea que la trascendencia está en la
experiencia de este mundo, pero más grande. Hay una radical diferencia.
En el cristianismo entendemos que Dios infinito (verdaderamente
infinito, no grande) se ha hecho pequeño viniendo al mundo para hacernos
parte de la vida infinita de Dios. Hay una cuestión no solo del
lenguaje, sino de la realidad, por eso hablamos de unas categorías que
son radicalmente incompatibles con la fe. Cuando rezamos y nos
encontramos con el señor es un encuentro verdaderamente transcendente,
no es que me conecto con algo.
Además,
desde la perspectiva cristiana es un don que viene a nosotros, es algo
que no merecemos, no es algo que yo construyo y me hago a mi medida, y
que está al alcance de mi mano porque yo lo he edificado. Es un don que
recibimos y en el que estamos insertos y que nos eleva más allá de lo
que nosotros podemos producir en nuestra vida.
Por lo tanto la Creación es consecuencia de Dios. Es Dios, pero no es todo Dios.
Claro.
Desde la perspectiva cristiana hay diferencia entre creador y criatura.
Desde la perspectiva de la New Age no hay diferencia. Se plantea que
venimos de una época en la que las cosas están separadas y se propone
una nueva relación. De ese modo, se cae en lo que filosóficamente se
conoce como monismo,
es decir, relacionan uniendo. No distinguen entre creador–criatura, ni
entre alma–cuerpo, ni persona–mundo, sino que se pretende unirlo todo en
ese organismo vivo. Ese concepto viene de James Lovelock y lo denominaba Hipótesis Gaia.
Sin
duda, el mundo y el universo tienen interconexiones: existe una
gravedad, los planetas se mueven en relación de unos con otros, las
personas tenemos una cierta conexión con la naturaleza y entre nosotros,
pero que detrás haya esta interconexión física aunque se le llame
espiritual es lo que escapa claramente a la razón y por ello claramente
también en la fe.
“Un hinduista se espantaría de ver cómo se ha cambiado el sentido de la reencarnación en la New Age”
La
New Age bebe de muchas religiones y filosofías orientales, sin embargo,
parece que las pasa por el filtro del relativismo que impera en
Occidente y las “aligera”. Sería un proceso similar al que sucede con
algunos sectores del catolicismo en los que se estarían creando
cristianos light. Por lo tanto, podríamos estar de acuerdo en que
no habría que disparar a todo lo que se mueve, sino que hay unas
tradiciones espirituales, incluso más antiguas que la religión cristiana
que son víctimas del mismo relativismo, y eso da como resultado la New
Age.
Así
es. La New Age, como categoría de lo alternativo, ha buscado en el
mundo oriental unas tradiciones que se contraponen con la tradición
cristiana occidental. No obstante, en Oriente se espantarían mucho al
ver cómo han deformado sus propias tradiciones en esta pseudoreligión light.
Hay
que recordar que la New Age busca dar respuestas ligeras a los hombres y
las mujeres de nuestro tiempo. Hombres y mujeres que están agotados,
que quieren una experiencia espiritual más grande, profunda y de
sanación, pero lo quieren fácil y rápido. La New Age ofrece una versión light de distintas fuentes de las filosofías orientales, pero también del gnosticismo, la teosofía, y otras realidades ocultas.
Un ejemplo muy claro es la creencia en la reencarnación: para el hinduismo la reencarnación
es una maldición porque significa que no has vivido bien tu vida. Sin
embargo, para algunas variantes de la New Age la reencarnación es una
respuesta para el destino eterno, como una escalera hacia arriba. Se
trata la reencarnación como una respuesta muy luminosa. Un hinduista se
espantaría de ver cómo se ha cambiado.
¿Entonces es tan incompatible ser cristiano con la New Age como ser hinduista con la New Age?
Es
incompatible porque cuando uno entiende los presupuestos que están
detrás de la Nueva Era es claro que bebe de tradiciones que son
incompatibles con el cristianismo. La mirada del mundo que ofrece, de
Dios y de la persona la hace incompatible. Eso y las cosas que implica:
esa distinción de lo inmanente y lo transcendente que ya hemos tratado.
Otro
elemento importantísimo es que para un cristiano Dios no es algo con lo
que nos conectamos, sino alguien con quien nos relacionamos, una
relación personal donde él tiene la iniciativa y nos muestra el camino.
¿Cómo ve a Jesucristo la New Age?
Como
un maestro espiritual que repartió sabiduría. Sin embargo, no es un
maestro universal que está junto a otros maestros. Jesucristo es el hijo
de Dios que ha venido a salvarnos a todos.
En
este sentido, los sacramentos salvíficos son cuestionados y
relativizados en relación a estas nuevas terapias que son una supuesta
fuente de producción de energía y sensaciones.
“En la Nueva Era la moral es un camino que tú te haces”
Deme más ejemplos de por qué un cristiano entra en contradicción con sus creencias si acude a estas terapias.
Por
ejemplo en la moral. La Nueva Era es fundamentalmente relativista,
donde la verdad existe, pero es lo que tú experimentas. Ni si quiera se
trata de un relativismo racionalista donde la verdad es lo que piensas o
deduces, sino que es lo que tú experimentas. La moral vendría a ser un
camino que tú te haces.
Cuando
se empieza a tener vivencias en la Nueva Era, esas terapias, el Reiki,
el yoga y busca en las cartas la verdad de la realidad poniendo su
confianza en cosas que no son Dios como si lo fuera, la persona se puede
insertar en el ámbito de las fuerzas oscuras, en el ámbito del mal. Me
ha tocado escuchar experiencias tristes y dolorosas a este respecto.
Para
los cristianos se nos ha revelado la verdad a cerca de Dios y de
nosotros mismos. La Nueva Era plantea las relevaciones como paralelas y
habla de los sabios del universo a la medida de cada uno.
El
hecho de que las personas recurran a la New Age para canalizar su
necesidad espiritual, ¿podría significar un agotamiento de la forma en
que se comunica el mensaje católico?
Efectivamente.
Por eso la llamada de Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco a
la Nueva Evangelización afirma: renueven su ardor, renueven sus
métodos, renueven su expresión.
Y
está claro que tienen que renovarse porque el mundo cambia y la Iglesia
ha hecho eso durante toda su historia. Uno puede ver en parroquias,
diócesis, movimientos, congregaciones, comunidades, distintas
experiencias y formas de vida cristiana de un rico apostolado
esperanzador. Sin duda hay caminos diferentes que además responden a
sensibilidades distintas.
“Ya no hay una cultura cristiana, sino secularizada y eso supone un reto particular para la iglesia”
Pero es verdad que está costando hacer llegar ese mensaje fuera de los propios círculos católicos.
Porque
estamos en una etapa y una cultura mundial que ha vivido un cambio
radical en relación al último milenio, donde ya no hay una cultura
cristiana, sino secularizada y eso supone un reto particular para la
iglesia. De ahí la importancia de que el Papa Francisco esté impulsando
con esa frescura el hecho de que tengamos que salir de las diócesis.
¿La New Age ha sabido “salir”?
Sin
duda la Nueva Era ha tenido la habilidad de apuntar a algunas hambres
del hombre y de la mujer de nuestro tiempo, a la persona cansada, a la
persona estresada, a la persona agotada.
Normalmente,
la New Age tiene mucha presencia en países del primer mundo,
occidentales, y en personas con cierta cultura y tradición religiosa que
están entre los 40 y los 60 años, aunque no solo. Eso te habla de un
perfil de alguien que está agotado y fastidiado y que busca con
autenticidad una experiencia transcendente, busca paz y reconciliación.
Aunque
esas búsquedas y esos anhelos son auténticos están guiados por
distorsiones del hombre de nuestro tiempo: que las cosas sean sencillas,
que no te cuestionen, que no sean mensajes fuertes, que tengas un
supermercado donde escoger, que estén al alcance de la mano, que te haga
sentir bien… decía un autor que la New Age no te exige más compromiso
que el que tienes cuando vas al cine.
Estamos
viviendo la sociedad de la comida rápida, del sexo rápido, de las
relaciones rápidas… ¿estamos también en la sociedad de la espiritualidad
rápida?
Exactamente.
Algún autor lo ha explicado como el supermercado espiritual. Podría ser
un bufet donde escoges lo que te gusta de una gran variedad de ofertas.
Hay
agudezas para responder algunas realidades del corazón humano que son
auténticas y también agudezas para responder según estos cánones
distorsionados de nuestros tiempos. La Iglesia no va a responder a las
distorsiones de la persona. La iglesia exige a la persona una respuesta
más consistente, pero sobre la base de presentar una realidad
verdaderamente luminosa, que es Jesús. Ese es el reto de la Iglesia en
la actualidad: presentar a Jesús con su riqueza, la misma de ayer, hoy y
siempre.
Pero
existe un peligro, los que somos sacerdotes o cristianos laicos tenemos
que tener en cuenta que la New Age no nos va a dar herramientas para
ser mejores apóstoles. Es triste ver ese pensamiento dentro de algunas
realidades de la propia Iglesia.
“El alimento dulce de la New Age son golosinas, que te llenan y te quitan el hambre, pero no te sacian”
¿Cómo se puede ayudar a una persona a salir de la New Age?
Primero
hay que hacer una aclaración: algunas de estas terapias son
radicalmente más nocivas que otras, no todas se valen de la misma
manera. Pero esas terapias más inocuas pueden suponer un inicio que
acabe en otro lugar.
Dicho
esto, pienso que para ayudar a una persona a que salga de la New Age la
respuesta inicial no debe ser decirle el problema, sino hacerle
entender que el alimento dulce de la New Age son golosinas, que te
llenan y te quitan el hambre, pero no te sacian. Lo que necesitan las
personas es alimento de verdad para el cuerpo y para la vida, el pan de
vida o agua viva que es Jesucristo.
Como
todo apostolado hay que tener el discernimiento y la fineza espiritual
de hacerle ver a la persona que lo que anhela de verdad no lo está
encontrando. Si una persona baja un poco las barreras y encuentra ya a
Jesús el siguiente paso sería desmontar esas terapias desde la razón.
También
es importante ver que la persona es una persona concreta y
solidarizarse con sus anhelos específicos y dialogar poco a poco. Por
ejemplo, al hablar del Reiki, analizar de donde nace esa terapias cuyo
origen es claramente esotérico, etcétera. Al explicar los presupuestos
se pone en juicio la confianza que está depositando la persona en estas
terapias.
El libro que acaba de publicar, ¿ayuda a ayudar?
Ayudar
a alguien a salir de la New Age no es un proceso fácil. El libro está
escrito sobre todo para cristianos católicos que quieran formarse para
entender este fenómeno, eventualmente no caer en él y fundamentalmente
para que hagan apostolado ayudando a las personas. Un apostolado persona
a persona.
El beato Juan Pablo II lo dijo muy claramente cuando tuvo una visita ad limina
con un grupo de católicos americanos. El Papa alertó de que la New Age
está entrando en las catequesis, en los retiros de reflexión, en los
caminos espirituales… y confunde a muchos fieles que no se dan cuenta
hasta qué punto esas filosofías son incompatibles con la fe cristiana.
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