PELIGRO: Nueva Era, Gnósticos y esotéricos

Libro: Jan Van Helsing - Las Sociedades Secretas y su poder en el Siglo XX

Autores: Osho, Pablo Coelho

Documental: Peter Joseph - Zeitgeist

jueves, 26 de junio de 2014

El Papa Francisco advierte que en la Iglesia «nadie va por libre»

Catequesis sobre la importancia de pertenecer a la Iglesia

El Papa advierte que en la Iglesia «nadie va por libre»

«La importancia de pertenecer a la Iglesia». Éste fue el tema elegido por el Santo Padre en la audiencia de hoy, quien continuando con la temática del miércoles anterior, resaltó que la base de la identidad cristiana consiste en formar parte de este Pueblo. Insistió en que a la Iglesia no llegamos solos, »no sólo somos cristianos gracias a otros, sino que únicamente podemos serlo junto con otros. En la Iglesia «nadie va por libre», dijo. 

25/06/14 5:32 PM
(RV/infoCatólica) Catequesis del Papa Francisco en la audiencia de hoy, miércoles 25 de junio:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy hay otro grupo de peregrinos conectados con nosotros en el Aula Pablo VI. Son peregrinos enfermos. Porque con este tiempo, entre el calor y la posibilidad de lluvia, era más prudente que ellos permanecieran allí. Pero ellos están conectados con nosotros a través de una pantalla gigante. Y así, estamos unidos en la misma Audiencia. Y todos nosotros hoy rezaremos especialmente por ellos, por sus enfermedades. Gracias.

En la primera catequesis sobre la Iglesia, el miércoles pasado, comenzamos por la iniciativa de Dios que quiere formar un Pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra. Empieza con Abraham y luego, con mucha paciencia – y Dios tiene, tiene tanta- con tanta paciencia prepara este Pueblo en la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y entre nosotros (cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Lumen gentium, 1). Hoy vamos hacer hincapié en la importancia que tiene para el cristiano pertenecer a este Pueblo. Hablaremos de la pertenencia a la Iglesia.

1. Nosotros no estamos aislados y no somos cristianos a título individual, cada uno por su lado, no: ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es «Yo soy cristiano», el apellido es: «Yo pertenezco a la Iglesia.» Es muy bello ver que esta pertenencia se expresa también con el nombre que Dios se da a sí mismo. Respondiendo a Moisés, en el maravilloso episodio de la «zarza ardiente» (cf. Ex 3,15), de hecho, se define como el Dios de tus padres, no dice yo soy el Omnipotente, no: yo soy el Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De este modo,
Él se manifiesta como el Dios que ha establecido una alianza con nuestros padres y se mantiene siempre fiel a su pacto, y nos llama a que entremos en esta relación que nos precede. Esta relación de Dios con su Pueblo nos precede a todos nosotros, viene de aquel tiempo.
2. En este sentido, el pensamiento va primero, con gratitud, a aquellos que nos han precedido y que nos han acogido en la Iglesia. ¡Nadie llega a ser cristiano por sí mismo! ¿Es claro esto? Nadie se hace cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en laboratorio. El cristiano es parte de un Pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un Pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia lo hace cristiano el día del Bautismo, se entiende, y luego en el recorrido de la catequesis y tantas cosas. Pero nadie, nadie, se hace cristiano por sí mismo. Si creemos, si sabemos orar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si nos sentimos cerca y lo reconocemos en nuestros hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y luego nos la han transmitido, la fe la hemos recibido de nuestros padres, de nuestros antepasados y ellos nos la han enseñado. Si lo pensamos bien, ¿quién sabe cuántos rostros queridos nos pasan ante los ojos, en este momento? Puede ser el rostro de nuestros padres que han pedido el bautismo para nosotros; el de nuestros abuelos o de algún familiar que nos enseñaron a hacer la señal de la cruz y a recitar las primeras oraciones. Yo recuerdo siempre tanto el rostro de la religiosa que me ha enseñado el catecismo y siempre me viene a la mente - está en el cielo seguro, porque es una santa mujer - pero yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta religiosa - o el rostro del párroco, un sacerdote o una religiosa, un catequista, que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer como cristianos. Pues bien, ésta es la Iglesia: es una gran familia, en la que se nos recibe y se aprende a vivir como creyentes y discípulos del Señor Jesús.
3. Este camino lo podemos vivir no solamente gracias a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe el «hazlo tú solo», no existen «jugadores libres». ¡Cuántas veces el Papa Benedicto ha descrito la Iglesia como un «nosotros» eclesial! A veces sucede que escuchamos a alguien decir: «yo creo en Dios, creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa». ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? Y esto no está bien. Existe quién considera que puede tener una relación personal directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía Pablo VI, dicotomías absurdas. Es verdad que caminar juntos es difícil y a veces puede resultar fatigoso: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos haga problema o nos de escándalo. Pero el Señor ha confiado su mensaje de salvación a personas humanas, a todos nosotros, a testigos; y es en nuestros hermanos y en nuestras hermanas, con sus virtudes y sus límites, que viene a nosotros y se hace reconocer. Y esto significa pertenecer a la Iglesia. Recuérdenlo bien: ser cristianos significa pertenencia a la Iglesia. El nombre es «cristiano», el apellido es «pertenencia a la Iglesia».

Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, la gracia de no caer jamás en la tentación de pensar que se puede prescindir de los otros, de poder prescindir de la Iglesia, de podernos salvar solos, de ser cristianos de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no se puede amar a Dios fuera de la Iglesia; no se puede estar en comunión con Dios sin estar en comunión con la Iglesia; y no podemos ser buenos cristianos sino junto a todos los que tratan de seguir al Señor Jesús, como un único Pueblo, un único cuerpo y esto es la Iglesia. Gracias.

Texto extraido de: http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=21217

miércoles, 25 de junio de 2014

Monseñor José Ignacio Munilla responde a Ararteko (Defensor del Pueblo en el País Vasco) sobre el aborto

¡Ya es madre!

La vida en el seno materno no es considerada como vida humana hasta que no forme parte de nuestras aspiraciones. ¡Es el colmo del relativismo!
24/06/14 4:39 PM
El título elegido por Julia Hernández, Adjunta al Ararteko (Defensor del Pueblo en el País Vasco), para su artículo «Quiero ser madre, o no» (21.06.14), no deja lugar a dudas sobre la tesis central de su alegato pro abortista: ¡La maternidad es una elección subjetiva! Según la Adjunta al Ararteko, no es de recibo una regulación que pretenda proteger la vida del ‘nasciturus’, porque obligaría a la mujer a convertirse en madre contra su propia voluntad.

Pero, ¿es posible que se le escape a alguien la falacia que se esconde tras la tesis de que «a nadie se le puede obligar a ser madre»?... Obviamente, en el caso que nos ocupa, la mujer embarazada ya es madre. Ahora, de lo que se trata, es de si cabe invocar un supuesto derecho a acabar con la vida de su hijo. Dice el refrán que «la realidad es muy tozuda», hasta el punto de que es imposible realizar un correcto discernimiento, sin partir de ella: ¡El niño ya está ahí! ¡La mujer ya es madre!… El aborto libre no permite elegir entre ser o no ser madre, sino entre ser madre de un hijo vivo o de un hijo muerto. Y la única forma de ocultar esta realidad, es seguir la estrategia del avestruz, escondiendo la cabeza debajo de la tierra.

Por lo demás, supongo que nadie se atreverá a defender abiertamente la tesis de que la maternidad comienza en el parto, porque, entre otras cosas, tendría que vérselas con su propia madre… ¿Quién de nosotros no le ha escuchado a su madre el relato sobre cómo transcurrió «su» embarazo, con frecuencia, lleno de detalles emocionantes?

El problema de fondo, a mi modo de ver, estriba en que nuestra cultura ha endiosado el deseo subjetivo del individuo, hasta el punto de convertirlo en ideología. Nuestra relación con la realidad, en no pocos casos, es semejante a la manipulación del barro o de la plastilina. La realidad no es aceptada, sino que es subordinada al propio deseo: La vida en el seno materno no es considerada como vida humana hasta que no forme parte de nuestras aspiraciones. ¡Es el colmo del relativismo! Y es que, el olvido de nuestra vocación social y comunitaria, orientada a la búsqueda del bien común, ha hecho que la «ideología del deseo» se convierta en el dogma supremo del postmodernismo. ¡El propio deseo es dios, por encima de toda racionalidad! Para explicar el origen de esta gran distorsión de la realidad, decía Gilles Lipovetsky, filósofo y sociólogo francés: «Con Nietzsche ha entrado en Occidente una mentalidad que desprecia la abnegación y estimula sistemáticamente los deseos inmediatos».

Por lo demás, y más allá de las precedentes reflexiones éticas, considero necesario recordar que la finalidad de la institución del Ararteko, es la de defender el conjunto de los derechos de todos los individuos en el País Vasco, tal y como son reconocidos en nuestro marco jurídico. Por ello, pienso que esta Institución no puede dejar en el olvido la sentencia del Tribunal Constitucional de 1985, en la que se reconocía el deber de tutelar el derecho a la vida del ‘nasciturus’. Dicho de otro modo: al Ararteko también le corresponde defender los derechos de los no nacidos, aunque todavía no puedan votar, ni tengan carnet de identidad.

En el citado artículo de la Adjunta al Ararteko, podemos leer la siguiente frase: «El Estado, en cualquier caso y lugar, ha de procurar que todo ser humano NACIDO tenga las mejores condiciones de vida». Pero… ¿de dónde se ha colado en la frase el término «NACIDO»? En el artículo tercero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ciertamente, se dice otra cosa: «Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona». Afortunadamente, en aquella declaración de la ONU de 1948, todavía no se había introducido furtivamente la condición de tener que ser un individuo NACIDO, para poder ser receptor de los derechos humanos.

Tengo muy claro que estamos en un estado aconfesional. Pero, obviamente, en un estado aconfesional y democrático, todos podemos –y debemos– participar en el debate social; en este caso, en el debate sobre el aborto. Sin embargo, me parece importante subrayar que los argumentos que he utilizado en este artículo, no son específicamente religiosos. La Adjunta de Ararteko argumenta en su artículo que hay católicos que se manifiestan a favor del aborto. Se olvida de añadir que también hay agnósticos que son defensores de la defensa de la vida del no nacido. Por ello, se equivocan de forma radical quienes acusan a la Iglesia de querer imponer unos valores católicos a toda la sociedad. El reconocimiento de la dignidad de la vida humana no es un valor exclusivamente religioso, sino que debería ser el suelo ético común de una sociedad plural en la que hay sitio para todos.

Por otra parte, la Iglesia no tiene la pretensión de representar al conjunto de la ciudadanía, al contrario de la institución del Ararteko. Y por ello, me atrevo a solicitar a esta Institución –que debiera ser de todos los vascos–, que no tome partido ideológico por el feminismo radical. Solo así podrá cumplir con su vocación de abanderar la defensa de los derechos de todos los vascos y vascas… ¡También de los no nacidos!

+ José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián

Texto extraido de: http://infocatolica.com/?t=opinion&cod=21197

jueves, 19 de junio de 2014

Juan Claudio Sanahúja - Entrevista sobre el Nuevo Orden Mundial

El fundador de Noticias Globales, Juan Claudio Sanahúja, desvela en esta entrevista concedida a Infovaticana las claves para entender los objetivos del Nuevo Orden Mundial y las verdaderas pretensiones de la ONU.


Noticias Globales es una referencia para entender más allá lo que ocurre a nivel mundial. ¿Cómo nació la iniciativa?
Noticias Globales nació en 1998. Hacía falta informar: no se conocía el mecanismo interno de la ONU; se confundían, por ejemplo, las asambleas generales o las conferencias internacionales, con las reuniones de comisiones. Nosotros teníamos mucha información y comenzamos.

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A la información del boletín, le añadimos los libros: El Gran Desafío. La Cultura de la Vida contra la Cultura de la Muerte, anterior a comenzar con el boletín; El Desarrollo Sustentable. La Nueva Ética Internacional; y Poder Global y religión universal. Ahora, está por salir una edición corregida y aumentada de El Gran Desafío.

ÉTICA SIN DIOS

Una de las insistencias de la modernidad es la gran ética laica mundial ¿Es posible una ética sin Dios?
Es imposible que sin Dios se pueda edificar una ética sólida, la ética hace referencia a unos principios transcendentes y estos principios sólo pueden provenir de Dios. Hay intentos de edificar “éticas laicas”, pero todos estos proyectos están al servicio de ideologías neo-paganas, son fácilmente rebatibles, aunque con el apoyo de los medios de comunicación parezcan imponerse, terminan por caer dejando un tendal de personas desvalidas, a la deriva, que buscan creer en algo.

¿Es compatible el respeto a los principios no negociables sin una cosmovisión cristiana?
No es imposible, pero sí es muy difícil. Tiene que haber por detrás siempre una cosmovisión trascendente. Yo diría que los principios no negociables, son fruto de una visión judeo-cristiana.

ESTERILIDAD

¿Qué buscan los neo-malthusianos en realidad? ¿Podríamos decir que la palabra que sintetiza los esfuerzos de la ONU es “esterilidad”?
La Organización Mundial de la Salud estableció, a principios de los 90 cuando se presentó el nuevo paradigma de la salud, que el ciudadano del nuevo orden mundial es el adulto sano y productivo. Los que son o puedan llegar a ser sanos y productivos, son los únicos que tienen derechos humanos. A todos los que no alcancen ese estándar hay que dejarlos al margen de la historia, evitar que nazcan; y si nacen, no invertir en su bienestar ni un céntimo. Desde ese punto de vista se podría decir que los esfuerzos de la ONU se pueden sintetizar en la palabra “esterilidad” o, mejor, “esterilidad selectiva”.

¿Hasta qué punto la incorporación de la mujer a la vida profesional forma parte de esa estrategia mundialista de esterilidad?
Esto es evidente. Desde la Conferencia de Dacca, en 1969, figura en los planes de la International Planned Parenthood Federation, a propuesta del presidente del Population Council, Dr. Berelson.
En concreto, las conclusiones de esa conferencia dicen: “alterar la imagen de la familia, volcando a las mujeres al mercado laboral”. Por supuesto, que también en esas conclusiones figura “el alentar la homosexualidad”. Llevan casi 50 años trabajando con esos objetivos

Habla usted mucho del ecologismo. ¿Cuál es la amenaza del ecologismo en la antropología modernista?
Para la ONU y otras organizaciones, el ecologismo es un buen sucedáneo. Por ejemplo, no se le puede decir a la gente que no existen los 10 Mandamientos sin sustituirlos por algo. Con la presión de los medios de comunicación pueden inculcarle que una persona que cuida de no arrojar papeles en la calle, diferencia la basura o se alimenta de determinada manera se hace solidaria con el mundo, con las generaciones futuras, en definitiva, que está cuidando la Tierra, que en su lenguaje quiere decir está justificado. Y así, la tierra ocupa el lugar de Dios.

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No quiero decir que no tenga importancia cuidar el mundo en el que vivimos. Tiene importancia. Pero primero están los Mandamientos de la Ley de Dios.

GOBIERNO MUNDIAL

¿Existe un plan de gobierno mundial? ¿La masonería es activa en este tema?
Los planes de gobierno mundial, en los que la masonería tiene un papel importante, vienen desde finales de la Primera Guerra Mundial o quizás de poco antes.

¿Cuál es el papel del sionismo internacional en ese plan?
En esos planes se integran una cantidad enorme de lo que se puede llamar mesas de consenso, el sionismo puede influir en alguna ellas.
Precisamente, yo me fijaría en las redes de organizaciones no-gubernamentales que marcan la agenda de la ONU, y por ejemplo, en el Club de Madrid, el Club de Budapest, el grupo The Elders, las mesas de consenso relacionadas con la Carta de la Tierra, el grupo Bilderberger, la organización multireligiosa Religiones para la Paz, y la United Relgions Iniciative, el Foro sobre el Estado del Mundo, la Comisión de Gobernabilidad Global, y por supuesto, el Consejo de Relaciones Exteriores, la Unión Internacional de Parlamentarios, y podríamos seguir.
En todas tiene un papel importante la masonería, alguna de estas organizaciones son más dialogantes que otras, pero todas tienen la misma finalidad: concentrar el poder en pocas manos aboliendo las soberanías nacionales e instrumentalizar las religiones, es decir, ponerlas al servicio de sus propios dictados.

¿Cree que hay ingenuidad o “candidez” entre los católicos sobre lo que representa la ONU?
Se lo respondo citando a Mons. Luigi Negri, Arzobispo de Ferrara: Amplísimos sectores católicos están minados por “demasiado irenismo que los atraviesa desde hace décadas, por el cual la preocupación fundamental no es nuestra identidad sino el diálogo a toda costa, estar de acuerdo con las posiciones más distantes.
Este respeto de la diversidad de las posiciones culturales y religiosas, sostenido por la idea de una sustancial equivalencia entre las diversas posiciones y religiones, es el que hace perder al catolicismo su absoluta especificidad. Un irenismo, un aperturismo, una voluntad de diálogo a toda costa, que es recompensada de la única manera en que el poder humano recompensa siempre estas desordenadas actitudes de compromiso: el desprecio y la violencia”.
Por eso, el peligro está en la situación interna de la Iglesia y no fuera. Hace mucho tiempo, le oí decir a San Josemaría Escrivá, “si el mundo está en tinieblas es porque la Iglesia ha dejado de ser luz”.
Hay una exagerada búsqueda de “signos de los tiempos”, generalmente contrarios a la doctrina católica. En lugar de procurar la conversión de las personas, de uno en uno, pretenden que la doctrina se adapte a esas situaciones, a veces lamentables, como el caso de los divorciados vueltos a casar. No digamos nada de los homosexuales, que parecerían intocables.
De modo acrítico se acepta cualquier cuestión como verdadera: las supuestas cifras catastrofistas de los ecologistas; las falsedades sobre el número de muertes por aborto; o sobre el contagio de SIDA. Lo que lleva, también acríticamente, a hacer causa común detrás de metas inicuas como son los Objetivos del Milenio para el Desarrollo y la futura agenda para el desarrollo sustentable o sostenible.

Esa estrategia mundialista, ¿tiene aliados dentro de la Iglesia Católica?
Sí, de una u otra manera. Hay en la Iglesia infiltrados y hay “tontos útiles”.

 Hay cierta preocupación entre algunos cardenales por la exposición que Walter Kasper hizo en el consistorio de febrero. ¿Cree que la Iglesia acabará dando la comunión a los divorciados vueltos a casar por lo civil?
No creo que la Iglesia llegue a autorizar la comunión a los divorciados vueltos a casar civilmente. Si lo hace, dejaría de ser la Iglesia de Jesucristo.
El Catecismo de la Iglesia Católica es muy claro: “Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista esta situación, y por la misma razón no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La reconciliación mediante el sacramento de la penitencia no puede ser concedida más que aquellos que se arrepientan de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en total continencia”, (n. 1650)

LOBBY HOMOSEXUAL

Decía usted que el lobby gay trata de incluir en España sus postulados en la asignatura de religión… ¿Cree usted que hay una importante presencia del lobby gay en la Iglesia en España? ¿Y en la Santa Sede?
Al lobby gay lo hemos dejado crecer, en gran parte, nosotros. Me remito a la respuesta que di a la pregunta sobre la ingenuidad de los católicos. Es inaudito que hoy, en muchos ambientes, no se pueda decir que la homosexualidad es una tendencia “objetivamente desordenada”, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el n°2358. Y prácticamente se ocultan los documentos de la Iglesia que comienzan con la Declaración Persona Humana de 1975, bajo el pontificado de Pablo VI, en adelante.
A la vez, se relajó la disciplina eclesiástica. Ciertas jerarquías católicas dejaron que personas con esa tendencia se ordenaran sacerdotes o accedieran a cargos de cierta responsabilidad en la estructura eclesial, en la catequesis, en los colegios católicos, etc. Y así, se fue extendiendo una especie de mala tolerancia, de falsa caridad, que nos ha llevado a la situación actual.
Por supuesto, que además existe la presión exterior a la Iglesia para aceptar ese tipo de comportamientos. El cardenal Ratzinger lo advertía en 1995, diciendo que había grupos de presión que pretendían cambiar la opinión pública para que la homosexualidad fuera considerada una forma normal de sexualidad y, a la vez, exigían que la Iglesia revirtiera su juicio sobre ella. Esos grupos, decía el cardenal, acusan de discriminación a todos los que no estuvieran de acuerdo con ellos.

En España pedían prisión para el Cardenal Sebastián por recordar que la homosexualidad es una enfermedad. ¿Hay esperanza? ¿Qué nos depara el futuro a los católicos?
Personalmente aconsejo leer, meditándolo con frecuencia en número 675 del Catecismo de la Iglesia Católica, en el que se habla de la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo. “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el ‘misterio de iniquidad’ bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad”. No digo que estemos en vísperas de la segunda venida de Cristo, pero este texto ayuda a ubicarse; ayuda a pensar que no estamos destinados para lo que los hombres llaman éxito o para ser aclamados por las multitudes.
Nuestro triunfo es otro, es unirnos a la Cruz de Cristo, configurarnos con El, y después de la muerte, llegar al Cielo. Nuestra esperanza está en la Cruz y la Resurrección.
JCS con JPII 2001

*Juan Claudio Sanahuja nació en Buenos Aires en 1947. Estudió Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Cursó estudios de Teología en Roma, y obtuvo el grado de Doctor en Teología en la Universidad de Navarra en 1973. Fue ordenado sacerdote en 1972 y pertenece al clero de la Prelatura del Opus Dei. Es profesor del Studium Generale de la Prelatura del Opus Dei en Argentina.
En enero de 2011, Benedicto XVI le otorgó el título de Capellán de Su Santidad, por su trabajo en favor de la vida y la familia, al que se dedica desde hace más de treinta años.
Es autor de El Gran Desafío: la Cultura de la Vida contra la Cultura de la Muerte, El Desarrollo Sustentable. La nueva ética internacional y Poder Global y religión universal, y de otros cinco libros en colaboración con varios autores.
Desde 1998 edita por correo electrónico el boletín Noticias Globales, que provee material de investigación sobre políticas relacionadas con la vida humana y la familia, y desde 2001 comenzó por el mismo medio, el servicio Notivida, dedicado a los mismos temas, pero enfocado a Argentina.
Miembro correspondiente de la Pontificia Academia Pro-Vita (1998-2011). Es Asesor Eclesiástico de la Fundación Nueva Cristiandad y Vice-asesor del Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires. Ha colaborado en distintos emprendimientos del Pontificio Consejo para la Familia.

 enlace: http://www.infovaticana.com/entrevista-juan-claudio-sanahuja/