PELIGRO: Nueva Era, Gnósticos y esotéricos

Libro: Jan Van Helsing - Las Sociedades Secretas y su poder en el Siglo XX

Autores: Osho, Pablo Coelho

Documental: Peter Joseph - Zeitgeist

miércoles, 29 de abril de 2015

Un masón francés desvela la maldad masónica en un libro y la propaganda de la ideología de género

Autor del libro «Por qué dejé de ser masón»

Serge Abad-Gallardo: «Comprendí que la masonería es totalmente incompatible con la fe católica»

Muchas personas abandonan la masonería, pero muy pocas lo cuentan. Es el caso de Serge Abad-Gallardo, arquitecto francés que tiene ahora 60 años y pasó 24 como miembro de una de las obediencias más importantes de Francia, Derecho Humano. Su libro «Por qué dejé de ser masón» (LibrosLibres), publicado ahora en español, relata su apasionante experiencia. En una entrevista concedida a Aleteia, Abad-Gallardo explica su paso por la masonería y las razones que le llevaron a abandonarla.
27/04/15 7:07 PM 


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(Aleteia) Tras su conversión al cristianismo (estaba bautizado, pero alejado de la Iglesia), percibió la incompatibilidad entre la religión católica y la ideología masónica y decidió irse. El proceso de vuelta a la fe resultó largo.

¿Por qué ingresó en la masonería?

Tenía la edad y la situación social ideales para la masonería: tenía 33 años y era alto funcionario municipal como director de urbanismo. Estaba alejado de la Iglesia y mi fe era bastante tibia. Un amigo que yo no sabía que era masón me propuso entrar. Me atrajo la curiosidad por los secretos que la masonería dice tener

¿Cuándo empezó a ver o saber cosas que le desagradaban?

Al principio algunas palabras del ritual masónico (Rito Escocés Antiguo y Aceptado) me sugirieron una relación entre la masonería y la Iglesia. Por ejemplo, en la iniciación hay frases como “busca y encontrarás” o “llama y se te abrirá” que se encuentran en los Evangelios. Pero poco a poco me di cuenta de que su sentido no era el mismo. También escuché expresiones muy anticlericales. Eso no me gustó, pero me adapté, porque yo me encontraba lejos de la Iglesia. Además, en la masonería se hablaba mucho de fraternidad, pero me di cuenta de que detrás de esa “fraternidad” se encontraban algunos “arreglos” y luchas por el poder dentro de la misma masonería. Por último, cuando volví a la fe, comprendí las incompatibilidades entre el catolicismo y la masonería.

¿Cómo fue ese proceso de conversión?

¡Duró unos 9 años! Creo que Dios me dejó pasar tanto tiempo en el error de la masonería (24 años, hasta ser venerable maestro e ingresar en los altos grados) para que hoy ningún masón pueda decirme –como algunos lo han intentado, con mucha mala fe– que no comprendí nada. Pasé por varios estadios. Primero, como explico en el libro, tuve conciencia de la presencia de Cristo a mi lado. Esto empezó en 2002, cuando conocí a un padre franciscano cerca de Aix-en-Provence. Sus palabras al principio me parecieron masónicas y me gustaron porque pensaba que había una relación entre masonería y catolicismo, pero a medida que le iba escuchando comprendí que el sentido de esas palabras era fundamentalmente distinto.

¿Por ejemplo?

Cuando la masonería habla de “Luz”, habla de un “Conocimiento”, un saber esotérico, hermético y oculto. Mientras que aquel franciscano me hablaba de “Luz” como el amor de Dios por nosotros. Otro ejemplo: cuando la masonería dice “busca y encontrarás”, se trata de buscar por uno mismo y encontrar en uno mismo, es la palabra hermética masónica “V.I.T.R.I.O.L.” (Visita Interiorem Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem: Visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta). Pero las palabras del Evangelio no significan nada de eso: significan que Dios nos busca antes incluso de que nosotros pensemos en buscarle a Él. Es Dios quien da el Amor al hombre, más que al revés. El amor del hombre es una imagen del Amor de Dios, Dios nos ha hecho a su imagen. ¡Todo esto no tiene nada que ver con la magia, el ocultismo o fórmulas simbólicas! Salí de este encuentro con el franciscano totalmente conmovido, y sentí la presencia de Cristo a mi lado. No podía imaginar que Él me amaba con ese Amor inmenso que ahora sí sentía. No hay palabras para expresarlo.

Pero aún no se convirtió del todo…

Empecé de nuevo a rezar, aunque no a ir a misa. Un día de 2005, en una época mala de mi vida, estaba en la capilla cuando Cristo me contestó. Fue una experiencia tremenda, casi me caigo del banco. Aun así, seguía resistiendo y no comprendía lo que Cristo esperaba de mí.

¿Qué pasó después?

En 2012 experimenté lo que podríamos llamar “el Mal”. Me encontré de frente a lo más negro del alma humana y ante la presencia del diablo en nuestras vidas con embrujos y magia. Puede parecer increíble, pero no tengo más remedio que contar las cosas como pasaron. El mundo se cerró para mí. En unos meses perdí mi empleo, mi buen sueldo, el chalet donde vivíamos, mi velero de doce metros, mi coche deportivo, mis amigos… Me sentía totalmente perdido y no hallaba respuestas en la masonería, que no podía contestar a la pregunta de por qué existe el mal en el mundo. Se me ocurrió pasar unos días de retiro en la abadía de Lagrasse, y allí, ante Cristo en la cruz, me puse a llorar y me di cuenta de que aquel Cristo lloraba conmigo. Ese amor fue como una luz. Pasé una semana con los monjes, y mi corazón se abrió ya totalmente al Amor de Cristo.

Y entonces se fue de la masonería definitivamente…

Todo lo que vivía en ella me pareció falso, o por lo menos tibio. No pude quedarme, porque además, comprendí que la masonería es totalmente incompatible con la fe católica.

¿Tiene tanto poder como dice su leyenda?

Sí, lo tiene. En Francia, desde 2012, muchos ministros son masones. Y los grandes maestros del Gran Oriente, de Derecho o de la Gran Logia Femenina quieren cambiar la sociedad. Leyes como el aborto, la eutanasia o el matrimonio del mismo sexo vienen de ideas masónicas. Un gran maestro de la Gran Logia de Francia, Pierre Simon, ha confesado que todas esas leyes estaban ya preparadas en las logias antes de ser votadas por los diputados

¿Y es conspiradora?

La masonería cree en la “utopía”: es decir, que todo lo que resulta posible para un ser humano debe y puede permitirse: no hay límite en una ley natural que venga de Dios, la moral sólo proviene del pacto social. Luego no hay otro modo de vivir que el hedonismo: el placer y la felicidad en la vida son el único objetivo, no hay salvación eterna, hay que gozar de la vida. La masonería conspira, entonces, contra toda forma diferente de pensar a la suya.

Para comprar el libro

Texto extraído de: http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=23837

lunes, 27 de abril de 2015

Alberto Pascual en Marcando El Norte - 04 La familia, célula de la sociedad (Presentador Javier Paredes)

Publicado el 14 mar. 2015
Este bloque de programas de "Marcando el Norte", en el que intervienen el profesor Javier Paredes y don Alberto Pascual, ingeniero de telecomunicaciones y secretario adjunto del partido político "Alternativa española", está dedicado al tema de la doctrina social de la Iglesia en la política.
En este cuarto programa del bloque, don Alberto Pascual define la familia natural como célula de la sociedad. Nos habla de la importancia de la familia y de su fundamento: el matrimonio contraído por amor entre un hombre y una mujer, abiertos a la vida y unidos hasta que la muerte los separe.


Alberto Pascual en Marcando El Norte - 03 Sí, a la vida (Presentador Javier Paredes)

Publicado el 6 mar. 2015
Este bloque de programas de "Marcando el Norte", en el que intervienen el profesor Javier Paredes y don Alberto Pascual, ingeniero de telecomunicaciones y secretario adjunto del partido político "Alternativa española", está dedicado al tema de la doctrina social de la Iglesia en la política.
En este tercer programa del bloque, don Alberto Pascual nos habla sobre el valor inviolable de la vida humana frente a toda la cultura de muerte que nos rodea. Nos anima a luchar con todas nuestras fuerzas por defender la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, y a no olvidar que la vida es un gran regalo de Dios.


lunes, 20 de abril de 2015

Alberto Pascual en Marcando El Norte - 02 La presencia de los cristianos en la vida pública (Presentador Javier Paredes)

Publicado el 27 feb. 2015
Este bloque de programas de "Marcando el Norte", en el que intervienen el profesor Javier Paredes y don Alberto Pascual, ingeniero de telecomunicaciones y secretario adjunto del partido político "Alternativa española", está dedicado al tema de la doctrina social de la Iglesia en la política.
En este segundo programa del bloque, se habla de la participación de los católicos en la vida pública, centrándose en los principios innegociables señalados por el papa Benedicto XVI: la familia, la vida, la educación y el bien común.
Don Alberto Pascual nos habla de la importancia y de la necesidad de que los católicos se involucren en la vida pública, participando desde la primera línea de batalla, para defender los valores cristianos.


domingo, 19 de abril de 2015

Alberto Pascual en Marcando El Norte - 01 Marta, un regalo del Cielo (Presentador Javier Paredes)

Publicado el 24 feb. 2015
Este bloque de programas de "Marcando el Norte", en el que intervienen el profesor Javier Paredes y don Alberto Pascual, ingeniero de telecomunicaciones y secretario adjunto del partido político "Alternativa española", está dedicado al tema de la doctrina social de la Iglesia en la política.
En este primer programa del bloque, don Alberto Pascual se presenta y nos cuenta su vivencia de la enfermedad y la muerte de su hija Marta, a la que considera como un regalo muy especial del cielo. Don Alberto, hombre de fe recia y fuerte, nos da un testimonio muy impresionante de esta experiencia y de la fuerza que le dio la fe en Cristo Jesús.


viernes, 17 de abril de 2015

La reforma de la ley del aborto en España por el PP en abril 2015

La “reformita” de la ley del aborto







Lo único bueno que veo en la “reformita” es que el aborto sigue siendo una cuestión debatida. Y mejor que lo sea. Lo peor sería la indiferencia absoluta. Si se discute sobre el aborto es que algo en la conciencia de alguien no acaba de cuadrar del todo. No se hace, por ejemplo, un debate público sobre si dos y dos suman cuatro.

Estos días meditaba sobre un texto de Gaudium et spes: el hombre “nunca será totalmente indiferente ante el problema de la religión, como lo prueban no solo la experiencia de los siglos pasados, sino también los múltiples testimonios de nuestro tiempo” (GS 41).

Yo creo que tampoco el hombre, los hombres en general, será totalmente indiferente ante el aborto. Si lo fuese, las leyes permitirían abortar libremente, hasta media hora o cinco minutos antes del parto. Pero esto no es lo más habitual, ni siquiera en las legislaciones más permisivas.

¿Por qué? Por una razón muy sencilla. Todos saben, más o menos confusamente, que el aborto es un mal. Abortar es matar a un ser humano en las etapas iniciales de su vida. Abortar es poner fin a una vida humana. Eso lo sabe todo el mundo.

Pero nadie quiere quedar de malo. Todos tendemos a justificar nuestras acciones. Y por esa grieta se cuelan los distingos y las matizaciones: que si el ser humano vivo aún no es persona – y esa apreciación depende de lo que se entienda por persona; apreciación que, si se lleva al límite, nos despersonalizaría a todos mientras dormimos - ; que si los plazos, que si los supuestos… Es decir, letra pequeña, que es el tipo de letra preferido para colar como legal, y hasta moral, lo que no tendría pase si se expusiera claramente.

Dentro de esta letra pequeña, leguleya en todo el mal sentido de la palabra, está la discusión entre si el aborto es un delito (no penalizado a veces) o un derecho. Un delito que se podía perpetrar al amparo de la Seguridad Social, un delito (despenalizado), pero costeado por todos. Vamos, que es algo así como discutir si la matanza de los armenios es un genocidio o una masacre masiva. Eso no es la realidad, eso es un trasunto de lo real, que no es lo mismo.

Para el ser humano concebido y aún no nacido, que lo maten al amparo de una despenalización o de un derecho viene a ser, al fin y al cabo, lo mismo. Lo matan y punto. El nominalismo nos tienta a todos, porque nos hace aparentar quedar bien, como si no cediésemos en lo esencial teórico, cediendo en todo en la práctica.

Otro apartado de la letra pequeña es el binomio plazos/supuestos. Este binomio, si se va al fondo de las cosas, es artificial. Para algunos si el ser humano concebido y aún no nacido es “defectuoso” - ¿quién es perfecto? – es abortable. O si causa una molestia o complicación a la salud de la madre. O si la madre - del padre todos se olvidan - por estar en el paro o por las razones que sean, no va a poder mantenerlo.

Para otros, no hay que especificar razones. Basta con que se cumplan los plazos. Hasta tantos meses, barra libre. Entre tal mes y tal otro, depende…

Esos supuestos y esos plazos escapan a lo esencial. Y lo esencial es que el ser humano concebido y aún no nacido no es algo sino alguien. Y él también tiene derechos, aunque de estos derechos apenas se hable.

Pensemos si esta logica minor se extendiese a todo, y es solo una analogía: Ah, sí, puedo robar pero solo en determinados supuestos o solo en algunos meses del año. O puedo cometer homicidios, pero solo si no cometerlos me causa perjuicios y solo si no los cometo todos los días, sino en el margen que la ley me reserva.

Es una locura. La batalla del aborto se mueve en el plano de lo legal, sí, pero, ante todo, se mueve en el plano del reconocimiento de la verdad de las cosas. Es una batalla cultural. Y esta batalla, pese a lo que parezca, no se está perdiendo.

No bajemos la guardia. Hace nada la esclavitud era defendida por la sociedad bienpensante. Hoy, en público, nadie la defiende. Con el aborto pasará lo mismo. Sin duda. “Nunca será el hombre totalmente indiferente”, que decía la Gaudium et spes.

Guillermo Juan Morado.
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Por nuestro derecho - el mío y el de otros - a decidir, a reconocer, que el aborto no es una elección inevitable. Ni justa.