PELIGRO: Nueva Era, Gnósticos y esotéricos

Libro: Jan Van Helsing - Las Sociedades Secretas y su poder en el Siglo XX

Autores: Osho, Pablo Coelho

Documental: Peter Joseph - Zeitgeist

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Ley del aborto y sus mentiras más repetidas

Un Bebé en el vientre de su Madre
ReL (21/12/2013): Benigno Blanco, Presidente del Foro de la Familia y una de las personas que más han trabajado en el mundo entero por erradicar el aborto en el mundo, responde a diez tópicos muy extendidos sobre la supresión del embarazo. Con la presentación de la reforma de la ley del aborto en España se reavivará un debate que nunca ha desaparecido de la sociedad. 
Son muchos los mitos, las falacias y mentiras en torno a esta cuestión, y es necesario saber responder con argumentos claros. Este texto publicado en el semanario Alfa y Omega, que dirige Miguel Ángel Velasco, puede ser de utilidad.
1. Se trata del derecho de la mujer a decidir
No. Cuando la ley permite a los libres disponer de la vida de los esclavos, a los padres de la vida de los hijos recién nacidos, a los hombres de la vida de la mujer, a los arios de la vida de los judíos, a los blancos de la vida de los negros, o a las embarazadas de la vida de sus hijos no nacidos...; no se trata del derecho a decidir de los libres, los padres, los hombres, los arios, los blancos o las embarazadas, sino de la denegación del derecho a la vida de los esclavos, los recién nacidos, las mujeres, los judíos, los negros o los aún no nacidos.
2. Hay dudas razonables sobre cuándo se origina la vida humana
No es cierto. Hay evidencia científica de que la vida individual -y no sólo en la especia humana- se origina con la concepción al formarse el patrimonio genético del individuo que le definirá para siempre como uno de la especie humana sin margen de duda alguna. Y si alguien tuviese dudas al respecto, la más elemental consideración ética debe llevar a aplicar una presunción de humanidad o presunción de vida, pues no es admisible asumir el riesgo de matar a un hombre sobre la base de una duda (sobre si está o no está allí donde se dispara, por ejemplo).
3. Si no se legaliza el aborto, habrá abortos clandestinos y morirán muchas mujeres
No es cierto. No hay ninguna evidencia científica de que eso sea verdad, sino de lo contrario:
* Cuando algo se legaliza, aumenta su número; y cuando algo se prohíbe, va disminuyendo su práctica. Si no fuese así, el derecho penal carecería de razón de ser.
* En los países donde el aborto está prohibido (por ejemplo, Irlanda) la mortalidad femenina por razones atinentes al embarazo y el parto es inferior a la de países vecinos donde el aborto es legal (por ejemplo, Gran Bretaña). Lo mismo sucede en Chile, único país de su entorno donde no se permite el aborto por ninguna causa, respecto a los países vecinos.
* En todos los países donde se ha legalizado el aborto, su número ha aumentado cada vez más; y en los países donde se vuelve a proteger la vida, su número disminuye, como ha sucedido en Polonia a partir de 1993.
Este argumento da por supuesta una falacia: la de que las mujeres, en cualquier caso, abortarán. Y eso no es cierto, las mujeres van asumiendo el aborto como una solución a sus problemas cuando éste es legal. Si la ley no lo permite, el aborto adquiere el carácter residual de todo lo ilícito.
4. La ONU reconoce el derecho al aborto con carácter universal
Es falso. Ningún instrumento de derecho internacional en materia de derechos humanos reconoce el derecho al aborto, ni con carácter universal (ONU), ni regional (tratados europeos o latinoamericanos de derechos humanos). Así lo ha establecido el TEDH respecto a Irlanda, por ejemplo.
Sí existen algunas plataformas, conferencias internacionales o comités varios en la comunidad internacional que han empezado a usar en los últimos años la expresión derechos sexuales y reproductivos, que algunos quieren interpretar como comprensiva del derecho al aborto; pero ni esas plataformas, conferencias o comités tienen valor jurídico vinculante para los Estados, ni nunca se ha admitido pacíficamente que esa expresión incluya el aborto.
5. La normalización del aborto es la única opción progresista y su implantación es imparable
No es cierto. La normalización legal del aborto es un fenómeno muy reciente -y siempre discutido y contestado en todos los sitios- que empezó (si dejamos de lado los países comunistas que no respetaron ningún derecho humano) en USA en 1973 y, desde ahí, se fue extendiendo a Europa, primero, y después al resto del mundo, a impulsos de ideologías, intereses económicos y estrategias políticas hoy muy contestadas (obsesión maltusiana por el control de la población, revolución sexual sesentayochista, imperialismo yanqui, presión de la industria del aborto y la anticoncepción sobre los Gobiernos, ideología de género, etc).
El aborto no sólo no está normalizado en el mundo, sino que encuentra cada vez más resistencia en todas partes y, en primer lugar, en Estados Unidos, donde empezó este fenómeno. En este país, ya una mayoría de la población se define como pro life -provida- y no como pro choice -pro-elección-, según la encuesta Gallup; y más de la mitad de los Estados de la Unión han aprobado en los últimos años leyes restrictivas del aborto con una cadencia que sigue en aumento, a pesar de contar en estos momentos con el Presidente más proabortista de su historia, Obama.
Por otra parte, varios países del ex bloque comunista han aprobado leyes restrictivas del aborto a partir de 1989 (el caso más exitoso es el de Polonia), y en toda la América Latina se está produciendo una gran resistencia a la aprobación del aborto que se exige a aquellos países de forma insistente y colonialista desde Naciones Unidas.
En la Europa occidental, el aborto es objeto de amplio debate social en países como España, Irlanda, Francia o Italia. En ningún sitio es algo normalizado y pacífico.
6. Sin el aborto, la bomba demográfica explotaría y la vida en la tierra sería imposible
No existe ninguna bomba demográfica sino, por el contrario, un grave problema demográfico de envejecimiento de la población que hace peligrar la subsistencia de nuestras sociedades (en Europa, y en España de forma particular, esto es evidente). Incluso los países que, como China, han apostado por el aborto como instrumento de control de la población, están dando marcha atrás por los terribles trastornos en su población que han provocado.
Incluso si fuese verdad que existiese un problema de crecimiento de la población, noparece que eliminar vidas humanas sea la forma más humana de resolver este problema. El fin no justifica los medios, máxime si los medios son homicidas.
7. El aborto es una conquista feminista a la que no podemos renunciar
No es cierto. El aborto es una solución machista a un problema de todos. El aborto es la garantía última de la irresponsabilidad sexual del varón que, gracias a él, deja en manos de la mujer toda la responsabilidad de las relaciones sexuales: gracias al aborto, el varón se desentiende de las consecuencias de su actividad sexual abocando a la mujer a abortar (y es ella quien cargará con el peso moral, sicológico y vital de esta decisión), o a asumir las consecuencias (la responsabilidad sobre el niño) en caso de no hacerlo.
El aborto sí que es violencia de género contra la mujer. Cuando se legaliza el aborto, la mujer se puede ver sometida a todo tipo de presiones para abortar recayendo sobre ella la responsabilidad de liberar a todo su entorno de la responsabilidad sobre la vida en marcha en su interior.
8. Sin aborto legal, la revolución sexual estaría en peligro
Este argumento sí es veraz. Sin el aborto legal, la irresponsabilidad sexual sistemática y generalizada no sería posible. La legalización del aborto es el precio que pagamos para ser sexualmente irresponsables de forma sistemática, sin consecuencias en el corto plazo. Pero este precio es muy alto: millones de niños que no llegan a nacer, millones de vidas de mujeres destrozadas, una sexualidad deshumanizada, pues su consecuencia no es la vida, sino la muerte, etc.
9. Las leyes permisivas del aborto no obligan a nadie: quien no quiera abortar no está obligado a hacerlo. Este argumento no es cierto, pues:
a) las leyes permisivas del aborto crean estructuras de violencia estructural sobre la mujer para que aborte que no existirían con carácter general si el aborto no fuese legal. Ésta es experiencia común en muchas mujeres que han abortado: no fueron libres, sino que acudieron al aborto presionadas por un entorno que sólo les ofrecía esa solución a sus problemas.
b) La legalización del aborto introduce en nuestro ordenamiento jurídico la violencia como forma legítima de resolver problemas, y esto afecta a toda la sociedad por el efecto pedagógico de las leyes.
c) El aborto legal supone que el Estado asume que no debe proteger la vida de un grupo de seres humanos, los no nacidos. Se degrada así el compromiso ético y humanista del Estado, la sociedad en su conjunto y el Derecho. Y esto siempre tiene consecuencias (negativas).
10. Exigir la prohibición del aborto es una inadmisible injerencia de la Iglesia en la vida pública de una sociedad pluralista
Hipócrates y Galeno no eran católicos -pues vivieron siglos antes de Cristo- y ya establecieron que la ética médica impedía la práctica del aborto. Si legalizásemos todo lo que la Iglesia prohíbe, deberíamos legalizar el asesinato, la violación, el robo..., y prácticamente todo lo que el Código Penal prohíbe. No parece éste, por tanto, argumento muy serio.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Mitos de la modernidad: el voto como deber cívico (Parte 3 de 3)


Toda la vida me han dicho que el voto es una obligación ciudadana a la que no puedo faltar. Profesores, familiares, todos. Es un derecho que ha costado mucho obtener, me dicen, y requiere solemne cumplimiento. Esta actitud viene inspirada por sentimientos muy nobles, como la responsabilidad cívica para con la Res publica, o argentinamente hablando no acabar hecho un anarca pasota. Hasta la Doctrina social de la Iglesia recomienda la participación de los católicos en la vida pública: "En efecto, todos pueden contribuir por medio del voto a la elección de los legisladores y gobernantes y, a través de varios modos, a la formación de las orientaciones políticas y las opciones legislativas que, según ellos, favorecen mayormente el bien común. (1)" Sin embargo, inspirado por esa misma nobleza de sentimientos, yo propongo una alternativa:

Votar abstención.

La abstención como elección política activa, positiva. Formar parte del porcentaje de abstención del censo electoral, cuanto más elevado mejor, puede ser motivo de orgullo. Aquellos que piensan que si no votas no estás siendo útil, que dicen que si no votas no tienes derecho a quejarte después, están muy equivocados. Cuantos más "votos de abstención" haya, más evidente será que eso de que las decisiones políticas son fruto de la voluntad general mayoritaria es una ficción, pues el poder político omnímodo ha sido elegido por tan sólo una parte de los votantes, y estos son a su vez tan sólo una parte de todo el censo electoral.


Digo que es una ficción, y doblemente tal, ya que no sólo es un porcentaje de un porcentaje (o sea, una minoría) el que constituye una mayoría, sino que lo hace votando a un partido político que habrá de tomar las decisiones (las cuales pueden ser radicalmente diferentes a las expectativas del votante). Una democracia que permitiera a sus ciudadanos votar directamente cada decisión (Suiza es el país que en la actualidad más se acerca a este, por otra parte cuestionable, ideal) eliminaría, al menos, esta segunda vertiente de falsedad en la legitimación por voluntad mayoritaria.

Así pues, aún si la abstención fuese nula, la voluntad de la mayoría nunca podrá efectivamente realizarse mientras esté prohibido el mandato imperativo (que sometería las votaciones de los parlamentarios a las instrucciones de sus electores), y mucho menos mientras subsistan las listas cerradas (que someten las votaciones de los parlamentarios a las instrucciones de su partido). Al establecerse las listas cerradas, la decisión política se traslada irremediablemente a las altas esferas (el debate del hemiciclo se convierte en teatral, pues el voto ya está debatido y decidido en las secretarías de los partidos). El elector, cuando vota a un partido, no tiene ni idea de qué potenciales decisiones futuras del partido está respaldando con su voto, y ni siquiera tiene la certeza de que éstas se ajustarán al tinte ideológico del partido, pues en las altas esferas los principios se comprometen por beneficios palpables (esto lo vemos cada día, viviendo como estamos en bajo un gobierno de mayoría no absoluta). Para su mayor confusión, hoy día parece que los partidos ni siquiera se molestan en diferenciarse ideológicamente. Todos hablan de "lo mejor" sin hacer, no ya promesas explícitas, sino al menos referencias concretas para saber de qué están hablando. Esto es algo evidente para el que vota, bien pocos hay que lo hacen con fe ciega y convicción. Casi todos votan por tener una elección delante, y puestos a poder hacer algo, eligen lo que creen menos malo. Y ahí, más que un servicio, están haciendo un daño. Les cuesta ver que conformarse con lo menos malo les priva de otra opción que, veladamente, se les ofrece con la abstención: frente la fuerza numérica inmediata del voto, se presenta la fuerza moral de la esperanza. Esperanza en que algún día ya no haya que elegir el mal menor, sino el mayor bien.


Además, ese voto al menos malo es perjudicial para el propio votante escéptico: se está haciendo cómplice de un proceso del que, por poco entusiasmo que tuviera en él al principio, formará parte y se verá obligado a defender para justificarse a sí mismo. Criticará abiertamente al partido contrario, cuando la crítica debería estar dirigida a todo el sistema. Se verá forzado a suavizar el reproche cuando se trate del partido al que votó, para no poner en tela de juicio frente a los demás el criterio que ejerció al votar. Así, el mejor intencionado de los votantes caerá preso en el partidismo. 

La abstención, así entendida, no es indiferencia hacia lo político, sino todo lo contrario. Supone cumplir el deber de participación pública que se perfila en la ya citada Nota de la Congregación por la Doctrina de la Fe, de una forma que no se puede conseguir votando a un partido. Frente a la paulatina complicidad partidista del votante poco convencido, la abstención ofrece liberación, pues al no conformarse con los partidos que se le presentan en bandeja, lejos de tener que callar sus reclamaciones, es libre de hacerlas aún si el gobierno no las satisface (pues no lo eligió), o si la oposición no las defiende (pues no la eligió). Como ya he dicho, la esperanza supera la utilidad inmediata. Pero, ¿es que ésta alguna vez existió?

En realidad, un voto o una abstención no cuenta prácticamente nada para la composición del parlamento, pero sí para el desarrollo de la persona. Ocupa su verdadera importancia como único acto "oficial" con el que la gente de a pie "ratifica" sus opiniones políticas, constituyendo una especie de bandera que, si quieren, ondearán frente a los demás, y que les servirá de referente para su actuación diaria. Pues es de esperar que el voto se haga en consecuencia con las opiniones de uno, pero es más frecuente que las opiniones de uno se vayan haciendo a consecuencia del voto. Éste es el poder esclavizante que se puede evitar mediante la abstención. Por supuesto, la abstención no es en todos los casos la única opción, pues puede haber alguna circunstancia extraordinaria (ordinariamente, es decir, como medio de representación, hemos visto repetidamente que es inadecuado) que requiera votar a un partido, como puede ser obtener un escaño como plataforma para hacerse oír, sin aspirar a tener suficiente poder como para entrar en el juego político (e.g. Vázquez de Mella).

No sé si la abstención es una decisión final que se justifica a sí misma, un acto moral autosuficiente. Pero sí sé que es un instrumento hacia el cambio, cuando se pone en evidencia que los engranajes electorales sobre los que se construye un sistema ya no son aceptados por la sociedad, por una mayoría que efectivamente está votando, no a un partido, sino la salida de un sistema. Esto es democracia de verdad.



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(1) Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, Congregación por la Doctrina de la Fe, el 24 de noviembre de 2002.


Primera parte continúa en:
http://apostoldelcastigo.blogspot.com.es/2013/12/mitos-de-la-modernidad-democracia-y.html


Segunda parte continúa en:
http://apostoldelcastigo.blogspot.com.es/2013/12/mitos-de-la-modernidad-democracia-y_13.html




Extraido de:
http://firmusetrusticus.blogspot.com.es/2010/08/mitos-de-la-modernidad-el-voto-como.html

Mitos de la modernidad: Democracia y falsa representación (Parte 2 de 3)




II. Parlamento y Estado

El artículo precedente, de hace ya tiempo, tomó como punto de partida que la idea de representación es el elemento central de la democracia, sin el cual su existencia no estaría justificada, para a continuación plantear las siguientes preguntas: ¿una democracia parlamentaria puede ser realmente un sistema representativo? ¿Puede un parlamento cumplir la exigencia de ser un órgano de representación?

Se llegó a la conclusión, sólo bosquejada, de que el parlamento por su propia naturaleza es incapaz de ejercer una función de auténtica representación. Esta inherente incapacidad queda en evidencia más nítidamente si se desgajan los dos niveles en que existe el parlamento: (1) en su relación con el Estado como órgano del mismo, y (2) en su relación con las personas que dice representar.

En este segundo artículo se considerará aisladamente la primera vertiente. Por tanto, se hará la benevolente presunción de que en el segundo aspecto el parlamento es un órgano perfectamente representativo. Es decir, prácticamente hablando, que las elecciones mediante las cuales los votantes determinan la composición del parlamento son un medio idóneo e inmejorable para que la sociedad se encuentre debidamente representada. Se va a presumir que mediante el parlamento se hacen oír los intereses de todos. Si un proyecto de ley que se está discutiendo impone, por ejemplo, unas rigurosas medidas de seguridad para la industria maderera que de alguna manera van a resultar en que los artesanos que fabrican peonzas vayan a poder hacer sólo una en vez de dos cada hora, se va a presumir que, aunque se apruebe la ley, la voz de los peonceros va a resonar nada menos que en las Cortes de la nación. Como verá mi buen lector, hoy reboso benevolencia.


Antes de considerar de lleno la posición que un órgano representativo ocupa en el entramado del Estado, conviene contextualizar con algunas precisiones de carácter, digamos, filosófico, aunque son del más básico sentido común y gozan de amplio consenso:

1ª. El hombre, como ser social que es, tiende a asociarse con otros hombres para realizar fines que por sí sólo no puede conseguir. Este proceso empieza con la familia, y a partir de ahí las asociaciones crecen en tamaño y complejidad. 
2ª. Llegado a cierto punto la sociedad organizada necesita alguna autoridad que, proporcionalmente y en consecuencia con el fin de cada particular asociación (un juez de arbitraje no necesita poder de vida o muerte sobre las partes disputantes para cumplir su función), resuelva los conflictos que ocurren cuando el ser humano convive con alguien más que con sí mismo. Esta autoridad la ha venido a desempeñar, a medida que crece el proceso asociativo, desde el padre de familia hasta el Estado. 
3ª. La autoridad está ordenada al bien de la sociedad que dirige, de tal forma que la sociedad no existe para beneficio de la autoridad, sino la autoridad para beneficio de la sociedad (dijo Carlos VII que los reyes son para los pueblos, y no los pueblos para los reyes). 
4ª. Si bien la autoridad (en abstracto) está finalísticamente subordinada a la sociedad (en abstracto), los que desempeñan la autoridad (en un momento concreto) han de ser independientes de los que forman la sociedad (en un momento concreto). De lo contrario, bastaría que la autoridad tomara una decisión legítima pero desfavorable para una parte de la sociedad para que ésta, aduciendo la consideración anterior (3ª), no acatase la resolución, haciendo inútil la existencia misma de la autoridad.
5ª y última: No obstante la independencia de la autoridad dentro de sus límites legítimos, es de justicia (además de gran utilidad) que los sometidos a ella tengan vías adecuadas para hacer constar sus pareceres sobre cuestiones que han de afectarles (el hijo que dice a sus padres que está demasiado cansado para ir al colegio, el sector platanero canario que pide mayor protección en el mercado nacional). Otra cosa será que se les haga caso. Ésta es la función que cumplen los órganos de representación. Además de esta tarea consultiva o “de encuesta”, también pueden ser la manera más eficaz de asegurar que la autoridad no traspasa sus límites, de tal forma que en algunos asuntos el dictamen del órgano representativo sea vinculante para la autoridad (tradicionalmente los reyes necesitaban aprobación de las Cortes para establecer nuevos impuestos).

Esto es de sentido común, al menos en nuestra cultura llamada occidental. Se asume incluso por autores constitucionalistas: el manual de Derecho constitucional de José Luis Rodríguez Zapata (miembro del Tribunal Constitucional) comienza con las tres primeras premisas como marco para la obra. ¿Cómo, a luz de esto, puede postularse que un parlamento moderno sea un órgano representativo? No puede serlo, porque en él se confunde el factor “poder independiente” con el factor “representación”. Generalicemos la situación, por el momento, aunque teniendo en cuenta que lo siguiente es perfectamente aplicable al caso español.

El poder llamado ejecutivo, que a primera vista podría confudirse con el factor “poder independiente”, se forma por el resultado electoral en el parlamento, o poder legislativo. A grandes rasgos y simplificando casi excesivamente, a nivel nacional se vota una vez: se elige al partido político (que nombra, a discreción, sus candidatos) que va al parlamento, y a raíz de eso se forma un gobierno del partido mayoritario. Bueno, ¿pero no es el gobierno, una vez formado, independiente del parlamento? No. Lo que es aún peor, el parlamento es dependiente del gobierno. El partido que manda en el gobierno es el partido que manda en el parlamento. Presumiblemente, el jefe del gobierno es el mismo jefe del partido mayoritario. Hay que comprender que en un orden constitucional cualquiera, todos los equilibrios y separaciones de poderes que se establezcan se van al traste con los partidos políticos, que son un elemento auténticamente distorsionador. Por mucho debate interno que haya en un partido, es un "ente privado de base asociativa" (privado, ¡sí!) que tiene el monopolio sobre quién ocupa un escaño o una cartera, y por tanto esa persona tendrá que ajustarse a las directrices del partido para seguir ahí (“el que se aparta, no sale en la foto”). El que vota en el Congreso no es el diputado, es el partido.

Entonces, el gobierno y la mayoría parlamentaria están irremediablemente unidos mediante el partido político. ¿Es esto malo? El gobierno y el parlamento conjuntamente vienen a ser de alguna forma ese “poder independiente” tan deseado, ¿no? Pero entonces, si el parlamento es una parte integrante del factor “poder independiente”, ¿qué órgano ostenta el factor “representación”? ¿Qué órgano defiende los intereses de la gente frente tal poder? Ninguno. No existe tal en la democracia parlamentaria. 

 Por otra parte, el problema no se puede reducir a la dependencia entre poder legislativo y ejecutivo, pues bastaría una solución de corte técnico-constitucional: si se hace de los partidos políticos asociaciones libres de diputados (si el elector elige no al partido sino al diputado, que podrá asociarse pero manteniendo su independencia de voto), si se hacen elecciones separadas para el parlamento y el gobierno, el problema queda resuelto. Es decir, la respuesta sería un sistema presidencialista. Entonces, el sistema de los Estados Unidos no padecería esta “democracia y falsa representación”. Si bien el sistema estadounidense es menos imperfecto, algo sigue fallando. El parlamento sigue sin ser un órgano representativo dentro del conjunto del Estado. ¿Por qué?

Por la teoría de separación de poderes. Porque el parlamento, en cuanto poder legislativo, desempeña unas funciones que corresponden a lo que hemos llamado “poder independiente”. El poder, entendido a la luz de la cuarta de las anteriores premisas de sentido común, es relativo a una situación específica. Esto es cierto del poder político, pero no sólo de él: hay muchos otros poderes inferiores en magnitud que son no obstante independientes, porque todos ellos son relativos a un contexto específico y deben adecuarse a la naturaleza de ese contexto. Por ejemplo, los padres tienen un cierto poder sobre sus hijos que no se basa en una concesión de poderes más altos como el del Estado, sino que es independiente. Pero es independiente porque está destinado a la consecución de sus fines naturales: criar un niño hasta la madurez. Los padres pueden, por tanto, coaccionar a sus hijos para que hagan o dejen de hacer ciertas cosas, como cruzar una autopista. Esto es una limitación de la libertad de los hijos, pero no se engloba bajo el tipo delictivo de una detención ilegal o secuestro, porque forma parte de la autoridad del padre. Forma parte de su autoridad porque esta acción está ordenada a la consecución de los fines prescritos por la naturaleza de la relación padres-hijos. Por el otro lado, si unos padres redujeran a sus hijos a la esclavitud, estarían abusando de su poder enfocándolo hacia algo que no es su fin natural; esto es, hacia algo que no fuera criar a los niños, como en este caso sería explotarlos por dinero. De este ejemplo también sacamos que el poder es, por definición, único. Está limitado por sus fines, pero constituye una unidad. Esto es aplicable tanto a poderes inferiores como superiores.

El Estado (o más propiamente la comunidad política, puesto que el Estado moderno es sólo una de sus manifestaciones históricas, y en cierto modo su deformación) no es una excepción. Su poder está limitado por la naturaleza de su fin, que es asegurar el bien común, pero es único. Delegable, pero indivisible en su fundamento. Y no por ello necesariamente tiránico. Fue un error entender la división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) como la mejor garantía contra el poder despótico, pues por muchas partes que tenga no deja de ser capaz de crecer desmesuradamente como un todo. Los tres poderes podrían, a medida en que crecen a la vez, equilibrarse entre sí de tal forma que uno no creciera más que los demás, pero al no encontrar límites extrínsecos los tres en conjunto podrían fácilmente expandirse ilimitadamente hacia cada parcela de la sociedad. La tiranía no se evita dividiendo el poder, sino frenando su expansión fuera de los límites que le corresponden. Semejante tarea sólo puede desempeñarla -desde el exterior- la sociedad encarnada en una institución independiente del poder, representativa de los intereses individuales y colectivos. Dice Vázquez de Mella: “Así veríamos que los límites del Poder no se basan en la división interior del Poder mismo. Los límites son externos, como lo son todos los límites; allí donde empieza una independencia, terminarán los límites de una cosa; serán orgánicos y externos y no será la división artificial de ese Poder separado en fracciones opuestas unas a otras. ”

En conclusión, un organo de representación, para ser un efectivo límite del poder, tiene que abstenerse de desempeñar las funciones de éste. Tiene que servir de control y freno exterior, en nombre de la sociedad (o pueblo, nación, etc.), a un poder que está al servicio de la sociedad pero que por su naturaleza tiene que actuar con independencia respecto de ella. Establecido ya el papel del órgano representativo dentro del Estado, y entendido que el parlamento de una democracia no cumple ni remotamente con él, queda la gran pregunta:

¿Qué es la representación? ¿Qué se representa, o a quién? ¿Una persona, unas ideas, unos intereses? En definitiva, ¿qué fenómeno humano hace posible (si es posible) que un grupo reducido de personas pueda ser portavoz eficaz -frente al poder- de todas las preocupaciones que tiene una gran colectividad?

La respuesta está en el segundo plano de existencia del parlamento: ¿por qué no puede ser representativo en relación con el votante? A partir de ahora se abandona la necesaria y benevolente presunción que encabeza este artículo, y su objeto pasará a ser escrutado y puesto a prueba por la siguiente entrada de esta serie.

Primera parte continúa en:
http://apostoldelcastigo.blogspot.com.es/2013/12/mitos-de-la-modernidad-democracia-y.html

Tercera parte continúa en:
http://apostoldelcastigo.blogspot.com.es/2013/12/mitos-de-la-modernidad-el-voto-como.html


Extraido de:
http://firmusetrusticus.blogspot.com.es/2010/11/mitos-de-la-modernidad-democracia-y.html

Mitos de la modernidad: Democracia y falsa representación (Parte 1 de 3)



I. Introducción   

    El hecho de que la democracia se haya convertido en un “mito de la modernidad” es algo que no se le escapa a nadie. Incluso sus más fervientes defensores (defensores, quiero decir, de lo que ellos entienden por democracia) pueden observar el grado de mitificación que ha alcanzado cuando, hoy en día, se emplea la palabra como sinónimo de “bueno” o “justo”. Éste es un fenómeno que va más allá de ser una consigna política. Supone un cruce de cables semántico entre dos categorías que no tienen nada que ver. Supone otorgar un valor absoluto a una forma (lo que es democracia en la política, puede serlo por ejemplo el silogismo hipotético en la lógica) que de por sí no encierra ningún calificativo de valoración. Es decir, algo que es un medio o instrumento que puede desembocar en algo bueno (o no), se considera un fin en sí mismo, autosuficientemente bueno. Sabiendo que la lengua en gran medida da estructura a nuestro pensamiento, y comprendiendo que semejante aberración lingüística puede manipular la conducta política del hombre, el más valiente no puede sino temblar de pánico. Estamos ante un mito con proporciones de Leviatán.

    Pues entonces, ¿qué es la democracia? Definiciones las habrá en gran cantidad, no creo que sea el caso hacer un repertorio. El concepto formal de democracia, expuesto por autores como Antonio García Trevijano, implica la estricta separación de poderes y un sistema electoral representativo. Como en ningún país de nuestro entorno (europeo, y me temo que más lejos tampoco) existe una verdadera separación de poderes, descartémosla por el momento, y hagamos la presunción de que efectivamente existen democracias. Si no pongo la palabra entre comillas, es precisamente por lo elusiva que es una definición, por lo que no cito ninguna en particular. Más bien, para simplificar, me referiré a la democracia en su vertiente “mitológica”, aquella que aparece en cada discurso político, que pulula en nuestro día a día. ¿Cuál es el elemento definitorio más básico, sin el cual nadie se atrevería a decir que existe una democracia? La representación. ¿Quién ostenta la representación? El parlamento. ¿Cómo se configura? Mediante elecciones. 
 
    Pues bien, la democracia así entendida es incompatible con la verdadera representación. Y ahí radica su carácter mítico: el legítimo y connatural deseo del hombre de vivir en una comunidad política representativa ha llegado a la conclusión obstinada de que la democracia parlamentaria es una forma, la única forma, que lo consigue. Se podría, con intelecto e imaginación, demostrar que eso no es verdad, que se pueden inventar otras mejores. Pero no hace falta: la Historia lo prueba. Un sistema auténticamente representativo no es una utopía, o algo por inventar todavía. Es algo que ha existido en algunas sociedades (las Españas forales entre ellas), o al menos, éstas han ido tendiendo hacia su perfeccionamiento. Dentro del repertorio de sistemas políticos en los que el hombre puede vivir, conformarse con “el menos malo” (afirmación presuntuosa donde las haya, repetida hasta la saciedad por las huestes del statu quo) es inaceptable.

    ¿Por qué la democracia parlamentaria no es representativa? Porque el parlamento falla como tal en los dos niveles de su existencia: (1) en su relación con el Estado como órgano representativo que se integra en él, (2) y en su relación con el hombre, con la persona que dice representar.

    (1) Como órgano del Estado, como “poder legislativo”, desempeña funciones que son totalmente ajenas e incompatibles con la función de representación. La representación implica un contexto relacional: se representa a alguien frente a alguien, frente a un poder independiente. Cuando este poder es “el ejecutivo”, que precisamente proviene del “legislativo”, es manifiestamente imposible que haya representación entre dos entes que no son independientes el uno del otro. Ahí está la clave. Aunque sea un poder, digamos, extraño a mí el que tome las decisiones, al menos siempre tendré la garantía de estar representado frente a él. Si yo elijo al poder que toma la decisión, como hago con el parlamento, puede parecer que ahora la decisión la toma un órgano sobre el que yo puedo ejercer cierta influencia, votando a sus miembros. Sin embargo, al no existir el vículo del mandato imperativo (mediante el cual los electores trazan una hoja de ruta que delimita la actuación del elegido, de la cual éste no podrá excederse, constituyéndose así en verdadero portavoz de los intereses concretos de los electores), esto ocurre sólo en apariencia, pues desde el momento de la votación el órgano ya se "independiza" de mí. Que el órgano de poder sea independiente a la hora de tomar sus decisiones no es algo malo en absoluto, si no se estaría ante una situación de chantaje perpetuo. Sin embargo, la diferencia es que ahora, como es un órgano que se hace llamar representativo, claudico  a su favor cualquier oportunidad de ser representado, esta vez frente al parlamento. Así, pierdo esta fundamentalísima libertad. Por tanto, lo más "democrático" a lo que puede aspirar una democracia parlamentaria es tener cierta transparencia en sus decisiones; o sea, que los ciudadanos sean espectadores de lo que invariablemente viene desde arriba (a modo de ejemplo, ver el artículo 10, apartado 3º, del Tratado de la Unión Europea, que sentencia de una manera involuntariamente reveladora lo que realmente significa la participación ciudadana en el coloso de la democracia:

"Todo ciudadano tiene derecho a participar en la vida democrática de la Unión. Las decisiones serán tomadas de la forma más abierta y próxima posible a los ciudadanos")

    (2) En su segunda vertiente, en la relación del votante con el diputado, el parlamento falla en ser representativo de la sociedad al tomar en consideración al hombre individualizado, abstracto, desnaturalizado de todos los atributos y circunstancias que le configuran como persona. Es evidente que en la práctica actual el hombre no puede hacerse representar por un diputado, pues la figura del partido político se coloca de intermediario de tal manera que lo único que elige es un color, una tendencia ideológica (cada vez menos definida) que, quizá, en la esfera ideológica le representa, pero al fin y al cabo la ideología sólo supone una pequeña porción de la circunstancia vital del hombre, y, desde luego, la que menos le interesa que el Estado le consulte. Así, se olvida de hacerse oír como trabajador, como vecino, como miembro de una familia, bajo la ilusión de que todo lo engloba la tendencia política. Pero ni siquiera es posible la representación en la más depurada teoría liberal, sin modificaciones del constitucionalismo posterior (como las listas cerradas), pues no existe el mandato imperativo, que mantiene el vínculo entre el representado y el representante, y que garantiza que este último lleve a cabo las tareas que se le encomiendan.

    Estas dos vertientes requieren detallado análisis por separado, que será el objetivo de las siguientes entradas de este tipo.

Segunda parte continúa en:
http://apostoldelcastigo.blogspot.com.es/2013/12/mitos-de-la-modernidad-democracia-y_13.html

Tercera parte continúa en:
http://apostoldelcastigo.blogspot.com.es/2013/12/mitos-de-la-modernidad-el-voto-como.html





Extraido de: 
http://firmusetrusticus.blogspot.com.es/2010/06/mitos-de-la-modernidad-democracia-y.html





jueves, 12 de diciembre de 2013

Nelson Mandela en defensa del aborto y del Nuevo Orden Mundial

NG-Noticias Globales-Juan C. Sanahuja (6/8/2009):

NELSON MANDELA, MÁSCARA DE OTRA LOGIA

La reingeniería anticristiana de las religiones
The Elders: Abortistas y pro homosexuales 
Logia "Los 12 Ancianos"

Dentro de los grupos de presión que impulsan la reingeniería social anticristiana, en julio pasado apareció una vez más en la prensa The Elders (Los Ancianos), un grupo formado por el sudafricano Nelson Mandela y sostenido por el millonario Richard Branson (Virgin Group) y por el músico Peter Gabriel (The Peter Gabriel Foundation), ambos ingleses, quienes sólo para el lanzamiento de la logia, en 2007, recaudaron 9 millones de libras esterlinas.
Según la información oficial, The Elders “es un grupo independiente de eminentes líderes mundiales, reunidos por Nelson Mandela, que ofrecen su influencia colectiva y experiencia para apoyar la consolidación de la paz, ayudar a solucionar las principales causas de sufrimiento humano y promover los intereses comunes de la humanidad”.
El 2 de julio pasado, The Elders hizo público que se dedicaría a forzar un cambio en las “religiones tradicionales”, para que permitan a las mujeres convertirse en ministros, sacerdotes y obispos, como primera acción de su programa Igualdad para Mujeres y Niñas (Equality for Women & Girls).
“La justificación de la discriminación contra mujeres y niñas basada en la religión o en las tradiciones, como si fuera algo prescrito por una Autoridad Suprema, es inaceptable”, dice la declaración, haciendo un llamado a líderes de todos los ámbitos a “confrontar y cambiar enseñanzas y prácticas malsanas que justifican esta discriminación contra la mujer”.
El portavoz de la iniciativa fue el ex-presidente norteamericano Jimmy Carter, quien tras 60 años de pertenencia, abandonó la Convención Bautista del Sur y anunció que lucharía junto con Koffi Annan, el obispo anglicano Desmond Tutu, Fernando H. Cardoso y todos los otros miembros del grupo para que las religiones no discriminen a la mujer.

Relaciones

A través de Mabel van Oranje, su Chief  Executive Officer, The Elders se relaciona con el European Council on Foreign Relations, con el Foro Económico Mundial de Davos (vid. NG 256) y con el Open Society Institute de Georges Soros, (vid. NG 205, 735, 804, 908, 961).



Los 12 Ancianos
El The Elders fue presentado en sociedad por Nelson Mandela en 2007. Está compuesto por él y otros 11 “líderes mundiales” (*). Entre los doce destacan varias cabezas visibles de la internacional del aborto y del homosexualismo, promotores de una nueva religión universal, en sus variados intentos: Ética planetaria, Carta de la Tierra, Alianza de las Civilizaciones, etc. (vid. NG 337, 738, 772).
-Kofi Annan, ex Secretario General de la ONU; promotor del aborto y del homosexualismo, (vid. entre otros, NG  214, 291, 331, 337, 338, 599, 631, 765).
-Ela Bhatt, de la India. Recibió el Right Livelihood Award, llamado Premio Nobel de la Paz alternativo (vid NG 850).
-Lakhdar Brahimi de Argelia; ex asesor especial del Secretario General de la ONU (2004); miembro a su vez de otro grupo de presión de líderes políticos, la Global Leadership Foundation.
-Gro Brundtland, ex-primer ministro de Noruega; organizó la comisión de Medioambiente y Desarrollo de la ONU; ex directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS); fundadora de la Comisión de Gobernabilidad Global; abortista y pro-gay; (vid. NG 04, 214, 254, 481, 489, 679, 771, 831, 852, entre otros).
-Fernando Henrique Cardoso, ex-presidente de Brasil, fundador de la Comisión de Gobernabilidad Global (**); (vid. NG 679).
-Jimmy Carter, ex-presidente de USA, fundador de la Comisión de Gobernabilidad Global; (vid. NG 679).
-Graça Machel, tercera mujer de Nelson Mandela.
-Mary Robinson, ex-presidente de Irlanda y ex-Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU; abanderada del pseudo derecho al aborto y del lobby gay internacional; en contra del orden natural impulsa la Ethical Globalization Initiative; (vid. entre otros, NG 214, 526, 527, 679, 865, 868).
-Desmond Tutu, obispo anglicano abortista y pro-gay; (vid. NG 256, 548, 679, 772, 851).
-Muhammad Yunus, creador del Grameen Bank.
-Aung San Suu Kyi, activista política de Burma/Myanmar.
(*) En el primer listado de 2007, figuraba como miembro de The Elders, Li Zhaoxing, ex ministro de Relaciones Exteriores de China comunista.
(**) Para más datos, vid. J. C. Sanahuja, El Desarrollo Sustentable. La Nueva Ética Internacional, Vórtice, Buenos Aires.

Fuentes: Propias; web The Elders; Life Site, 11-01-07, 23-07-07, 22-07-09.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Mito de la Inquisición Española VIDEO BBC 1994


Título: El Mito de la Inquisición Española (The Myth of the Spanish Inquisition)
Coproducción de la BBC de Londres y A&E. 1994.
Aprox. 50 mins., en inglés con subtítulos en español.
Extraido de la web: http://bibliaytradicion.wordpress.com/2010/05/18/el-mito-de-la-inquisicion-espanola-el-famoso-documental-de-la-bbc/

sábado, 7 de diciembre de 2013

Nueva Era: Espiritismo, Esoterismo, Ocultismo en España, estafan más de 3000 millones de euros al año

Nueva Era: Espiritismo, Esoterismo, Ocultismo en España, 
estafan más de 3000 millones de euros al año
InfoCatólica-RIES-Luis Santamaría (21.10.13):  Es el pez que se muerde la cola. Desesperados por la crisis, muchos españoles van al vidente o al tarotista para que les aclare su futuro. Lo único claro es que el esoterismo hace caja y el fraude crece, según explica Pedro M. Bravo en el diario La Gaceta. Las dificultades económicas están provocando que cada vez sean más los que acuden a videntes y tarotistas para conocer su futuro o atraer la buena suerte. Se calcula que el mercado del esoterismo mueve en España en torno a los 3.000 millones de euros.
A lo largo de la Historia no son pocas las veces que se han contado las idas y venidas de brujas y magos y que aún hoy perduran en la memoria colectiva. Sin embargo, muchos expertos señalan que el inicio del esoterismo moderno, en el que en un porcentaje muy elevado de casos tiende a no ser más que un burdo engaño, empezó en el siglo XIX en Nueva York.
Dos niñas, de apenas 6 y 8 años, consiguieron embaucar durante décadas a muchos norteamericanos asegurando que los fantasmas les hablaban. Hacían preguntas y los espíritus contestaban con golpes allá dónde estaban las dos hermanas; golpes que después se descubrió que hacían ellas mismas sin que nadie se percatara. Les sirvió para hacer de oro a toda su familia y crearon toda una escuela de malhechores que intentan engañar al prójimo basándose en supuestas técnicas esotéricas.
Sin lugar a dudas, lo que parece verdaderamente magia es la forma en que el sector está consiguiendo torear la crisis económica que padecemos el resto de los españoles y, en mayor o menor medida, toda Europa. Desde el comienzo de esta depresión, las cifras del tarot y la videncia no han hecho más que crecer en todo el continente, y más en España, dónde ya tiene una relevancia social importante de por sí.
Se calcula que este mercado mueve tan sólo en nuestro país en torno a los 3.000 millones de euros al año, aunque dar cifras cerradas es muy complicado debido a que la mayor parte de las transacciones se hacen en dinero negro, por lo que nadie tiene constancia de la realidad. De hecho, según algunos estudios, sólo el tarot telefónico manejaría en torno a los 2.000 millones de euros anuales, con lo que el esoterismo de forma global llegaría fácilmente a la cifra antes citada. Tanto es así que se estima que sólo en España hay hasta 100.000 personas dedicadas a este tipo de “trabajos”.
Dinero B
El problema surge porque gran parte de todos esos millones que se mueven en este mundo son en dinero b, por lo que no pagan impuestos y Hacienda, que somos todos, se queda sin su pedazo de tarta –que allí donde puede pillar cacho suele ser bastante grande–. Además, muchos de los trabajadores del sector también lo hacen sin ningún tipo de contrato, puesto que son actividades no declaradas, por lo que vemos cómo aquí se produce un doble engaño al erario público.
Pero no es éste el único problema. Además del fraude propio que se efectúa en muchas ocasiones a la Administración, está también el fraude al propio individuo que acude a este tipo de servicios. Diversos estudios señalan que la inseguridad ante el futuro, provocada sobre todo por la fortísima crisis económica, está haciendo que muchas personas acudan, desesperadas, a aquellos que dicen tener tales artes mágicas o esotéricas para saber cuál será su futuro o, incluso, conseguir costosos remedios para asegurarse la buena suerte. Todo esto, según los psicólogos, supone un alivio, a modo de placebo, ante la incertidumbre de la turbulenta época que estamos viviendo.
Dedicarse a estos menesteres, aunque en la mayor parte de ocasiones hay que tener pocos escrúpulos para saber a ciencia cierta que estás engañando a la gente y te dé igual, suele seruna buena opción de ganar dinero fácil. Esto, en la época de devastadora crisis que estamos viviendo en nuestro país se antoja como una ventaja muy preciada a la hora de ponerse a trabajar. Los expertos señalan que la situación económica está provocando que muchos se aventuren a meterse en este lucrativo negocio, sobre todo por las facilidades que da, pues, aseguran, es muy sencillo: quien quiere creer, va a creer siempre.
El conocido profesor Umberto Eco, en uno de sus libros, asegura que cualquiera puede hacer el experimento acercándose por la calle a alguien –pese a que es mucho más efectivo cuando la otra persona está receptiva y es ella quien acude a ti– y decirle que alguien de su pasado está pensando intensamente en ella.
“¿Hay alguien en el mundo, a no ser un niño, que no haya tenido en el pasado un amor desgraciado, o al menos no suficientemente correspondido? Veréis como vuestro interlocutor será el primero en ayudar y colaborar, diciéndoos que ha identificado a la persona cuyo pensamiento estáis captando con tanta nitidez”, dice el escritor.
Pese a los innumerables intentos por parte de psicólogos, expertos y de la propia Organización de Consumidores y Usuarios por alarmar y advertir del engaño que suelen suponer este tipo de prácticas, lo cierto es que cada vez son más aquellos que confían en que alguien vaya a adivinarles el futuro.
Algunos estudios indican que los jóvenes, sobre todo los adolescentes, y más si son féminas, son quienes más tienden a surtirse de este tipo de servicios, quienes son más proclives a acudir tanto para saber qué será de su futuro, como para conseguir medios que les concedan tener buena suerte.
Caso Marta del Castillo
Pero no son los únicos. Hace unos meses salió a la luz pública que hasta la Policía ha llegado a requerir los trabajados de videntes para resolver según qué casos. La noticia saltó porque los guardias encargados de la investigación del asesinato de Marta del Castillo, ante la desesperación de no encontrar el cuerpo y con la recomendación de agentes de la Ertzaintza,llevaron hasta Sevilla a una vidente vasca para que les ayudara en sus labores.
Venía precedida de haber resueltos exitosamente varios casos en Euskadi y decía conocer el lugar dónde aún estaban los restos mortales de la joven asesinada por Miguel Carcaño. Finalmente, lo único que encontraron en los lugares que fueron señalados por la guipuzcoana de 60 años fueron restos de animales.
Por otro lado, las nuevas tecnologías como Internet o la propia Televisión Digital Terrestre no hacen más que aumentar el alcance de este tipo de fraudes y la facilidad para acceder a ellos. La mayoría de las cadenas en abierto de nuestro país, incluyendo algunas de las más importantes y generalistas, dedican buena parte de su madrugada a estos shows en los que una supuesta vidente recibe llamadas telefónicas y adivina el futuro a quien está al otro lado de la pantalla.
Por supuesto, nada de esto es gratis. Como desde la OCU nos advierten, los números que suelen ser utilizados por este tipo de gabinetes son los que empiezan con 806, en el que el coste de la llamada suele ser muy alto y el beneficio se lo reparten entre la empresa telefónica y la empresa que presta el dudoso servicio. Además, avisan de que cuanto mayor sea la cuarta cifra del número de teléfono, mayor será el coste que nos cobren.
Pero las televisiones no sólo utilizan este tipo de espacios para las madrugadas, sino que, a veces, incluso, los sitúan en los horarios de máxima audiencia. Muy conocido fue el caso de Anne Germain y su programa “Más allá de la vida", en el canal de Mediaset, Telecinco. La vidente británica, desconocida en su país, después de muchos programas en los que los famosos, previo paso por caja, acudían para que Germain reconociera los espíritus que les rodeaban, les hablara de ellos, de su infancia y provocara cataratas de lágrimas en los invitados, se descubrió que todo el espectáculo no era más que eso, un espectáculo, además de un fraude para toda la audiencia.
Un antiguo trabajador del espacio televisivo destapó el pastel publicando en los medios algunos de los informes que se le pasaba tanto a la supuesta vidente como a su equipo, con información personal de los famosos para que, a partir de todo ello, Germain pudiera dar golpes de efecto en el plató. Un nuevo caso de esoterismo que se demuestra fraude, pero que no parece ser más que la punta del iceberg de todo un mercado negro escondido en torno a la magia.