El Papa en Estrasburgo (y Pablo Iglesias)
A Pablo Iglesias le pasa con el Papa Francisco lo
que a los «progres» de antaño – los de la casta, que dirían ahora los de
Podemos – con Juan Pablo II. De San Juan Pablo II se decía que era muy
progresista en lo social y muy reaccionario en lo moral, especialmente
en lo que se refiere a la familia y a la sexualidad.
26/11/14 11:11 PM
Pedro Luis Llera Vázquez
Profesor de lengua y literatura española
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Pablo Iglesias, el secretario general de Podemos, al parecer siguió con entusiasmo el discurso del Papa Francisco en el Parlamento Europeo. Sus comentarios en Twitter así lo atestiguan:
Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_)A Pablo Iglesias le pasa con el Papa Francisco lo que a los «progres» de antaño – los de la casta, que dirían ahora los de Podemos – con Juan Pablo II. De San Juan Pablo II se decía que era muy progresista en lo social y muy reaccionario en lo moral, especialmente en lo que se refiere a la familia y a la sexualidad. Esto es como El Día de la Marmota: la historia se repite una y otra vez. Tal vez por ignorancia o tal vez por hacer algún guiño al electorado católico para ver si en las elecciones alguno pica y les da el voto (más de un católico votará a esta banda de intelectuales sin sabiduría alguna).
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Pero, ¿qué dijo en realidad el Santo Padre en el Parlamento de Estrasburgo?
1.- Diagnóstico de la realidad europea
En primer lugar, el Papa Francisco hizo un análisis demoledor de la situación de Europa y sus instituciones. Nos presenta el Santo Padre la realidad de una Europa enferma de «soledad»; una «soledad» que «se ve particularmente en los ancianos, a menudo abandonados» y en los jóvenes «sin puntos de referencia y de oportunidades para el futuro; y en «los pobres que pueblan nuestras ciudades y en los ojos perdidos de los inmigrantes que han venido aquí en busca de un futuro mejor». Esta soledad se ha visto agudizada por la crisis económica «con consecuencias dramáticas desde el punto de vista social».De las Instituciones Europeas, el Papa ha dicho que «ha ido creciendo la desconfianza de los ciudadanos respecto a «instituciones consideradas distantes, dedicadas a establecer reglas que se sienten lejanas de la sensibilidad de cada pueblo, e incluso dañinas» (y los eurodiputados aplaudían al Papa…)
En definitiva, el Papa Francisco ha puesto ante los eurodiputados la imagen de «una Europa anciana que ya no es fértil ni vivaz. Por lo que los grandes ideales que han inspirado Europa parecen haber perdido fuerza de atracción, a favor de los tecnicismos burocráticos de sus instituciones».
Y todo esto va unido a un estilo de vida egoísta, caracterizado «por la opulencia insostenible y a menudo indiferente respecto al mundo circundante». «Se constata amargamente el predominio de las cuestiones técnicas y económicas» sobre la dignidad sagrada e inalienable del ser humano.
«El ser humano corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje de un mecanismo que lo trata como un simple bien de consumo para ser utilizado, de modo que – lamentablemente lo percibimos a menudo – cuando la vida ya no sirve a dicho mecanismo se descarta sin ningún reparo, como en el caso de los enfermos terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños asesinados antes de nacer».
Y ante esta penosa realidad, ¿qué propuestas ha puesto el Papa encima de la mesa?
2.- Primacía de la dignidad de la persona sobre la economía
La soluciones que propone el Papa Francisco pasan por defender la dignidad de la persona: «Promover la dignidad de la persona significa reconocer que posee derechos inalienables de los que no puede ser privada arbitrariamente por nadie y, menos aún, en beneficio de intereses económicos».«Efectivamente, ¿qué dignidad existe cuando falta la posibilidad de expresar libremente el propio pensamiento o de profesar la propia fe religiosa? […] ¿Qué dignidad podría encontrar una persona que no tiene qué comer o el mínimo necesario para vivir o, todavía peor, el trabajo que le otorga dignidad?»
Los derechos humanos deben ser reconocidos y protegidos, sin caer en malas interpretaciones individualistas, y asociados al concepto de «deber», igualmente esencial y complementario. Se debe implantar una cultura de los derechos humanos que pueda unir la dimensión personal con la búsqueda del bien común.
3.- ¿Cómo devolver la esperanza al futuro de Europa?
1) Abrirse a Dios y reafirmar las raíces cristianas de Europa .«Una Europa capaz de apreciar las propias raíces religiosas, sabiendo aprovechar su riqueza y potencialidad, puede ser más fácilmente inmune a tantos extremismos que se expanden por el mundo actual», a causa del «gran vacío de los ideales» que vemos en Occidente. Porque «es precisamente este olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la violencia».2) Conjugar el deseo de unidad de Europa con la diversidad propia de sus pueblos para que prevalezca un espíritu de ayuda mutua y de confianza recíproca. Una concepción uniformadora «daña la vitalidad del sistema democrático».
3) Defender la democracia: «Mantener viva la realidad de las democracias es un reto de este momento histórico». «Mantener viva la democracia en Europa exige evitar tantas maneras globalizantes de diluir la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismo de lo relativo, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría».
4) Proteger a la familia «unida, fértil e indisoluble». La familia tiene una importancia fundamental para ofrecer esperanza a las nuevas generaciones y para proteger a los ancianos de la soledad y el abandono.
5) Fomentar la educación. Para favorecer las cualidades de las personas resulta fundamental una educación que «no puede limitarse a ofrecer un conjunto de conocimientos técnicos, sino que debe favorecer un proceso más complejo de crecimiento de la persona humana en su totalidad».
6) Comprometerse a favor de la ecología. Somos custodios de la creación, pero no sus dueños. Por eso la debemos amar y respetar. «Respetar el ambiente no significa sólo limitarse a evitar estropearlo, sino también utilizarlo para el bien». «No se puede tolerar que millones de personas en el mundo mueran de hambre, mientras toneladas de restos de alimentos se desecha cada día en nuestras mesas». «Junto a la ecología ambiental, se necesita una ecología humana, hecha de respeto a la persona».
7) Dignificar el trabajo. «Es hora de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su desarrollo». Se trata de «favorecer un adecuado contexto social, que no apunte a la explotación de las personas, sino a garantizar a través del trabajo, la posibilidad de construir una familia y de educar a los hijos».
8) Afrontar el problema de la inmigración. «La ausencia de un apoyo recíproco en la Unión Europea corre el riesgo de incentivar soluciones particularistas del problema, que no tienen en cuenta la dignidad humana de los inmigrantes, favoreciendo el trabajo esclavo y continuas tensiones sociales». «Europa será capaz de hacer frente a los problemas asociados a la inmigración si es capaz de proponer con claridad su propia identidad cultural y poner en práctica legislaciones adecuadas que sean capaces de tutelar los derechos de los ciudadanos europeos y de garantizar al mismo tiempo la acogida de los inmigrantes; si es capaz de adoptar políticas correctas, valientes y concretas que ayuden a los países de origen en su desarrollo sociopolítico y a la superación de sus conflictos internos, en lugar de políticas de interés, que aumentan y alimentan estos conflictos. Es necesario actuar sobre las causas y no solamente sobre los efectos».
En resumen, el Papa Francisco ha propuesto en el Parlamento de Estrasburgo «construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana».
Conclusiones
Me dirijo ahora a los católicos españoles que por «despiste» o por pura incoherencia, apoyan a Podemos o piensan votar a esta formación política.Podemos es un partido político marxista leninista que tiene como modelos a la dictadura cubana, al chavismo venezolano, al indigenismo comunista de Evo Morales, al «socialismo» de Rafael Correa o al peronismo de Cristina Fernández; o sea, a lo peor de lo peor. Nada tiene que ver lo que defiende el Papa con las propuestas del señor Iglesias:
El Papa Francisco propone que glorifiquemos a Dios y que desde esa visión transcendente de la vida, trabajemos por la promoción de la dignidad de todas las personas. En cambio, Podemos quiere acabar con la presencia pública de la Iglesia: con los colegios concertados católicos, con las procesiones de Semana Santa o con cualquier tipo de participación o presencia de los católicos en la vida social o política española.
El Papa Francisco propone mantener viva la democracia. Podemos quiere acabar con la democracia e instaurar en España una dictadura leninista; es decir, que el señor Iglesias y sus compinches quieren una España sin libertad, con cárceles llenas de presos políticos o de conciencia y unos medios de comunicación al servicio de su propaganda ideológica. En los países comunistas es donde más se ataca la dignidad de la persona: Corea del Norte, China, Cuba, Venezuela…
El Papa propone defender a la familia «unida, fértil e indisoluble». O sea, que los católicos estamos contra el divorcio y contra el aborto, que no es otra cosa que asesinar a los niños antes de nacer, como muy bien dice el Santo Padre. En cambio, los comunistas quieren acabar con la familia, degradándola y apoyando «modelos alternativos» (uniones homosexuales, familias monoparentales, parejas de hecho…) que nada tienen de unidas, indisolubles y menos todavía de fértiles; y, lo mismo que las feministas radicales de Femen, predican el aborto libre y gratuito.
El Santo Padre ha propuesto en Estrasburgo fomentar una educación que no se limite a ofrecer unos conocimientos técnicos, sino que contribuya al crecimiento de la persona en su totalidad. En cambio, los comunistas quieren una escuela que adoctrine en los principios del marxismo leninismo, en los postulados del feminismo radical y de la ideología de género; una educación que pervierta la inocencia de los niños y promueva una sexualidad promiscua e inmoral. Los comunistas quieren una escuela sin Dios y contra Dios al servicio de la propaganda revolucionaria que les permita perpetuarse en el poder, como ocurrió y ocurre en todas las dictaduras comunistas.
¿Que podemos coincidir comunistas y católicos en la defensa de un trabajo digno para todos o en la exigencia del respeto a la dignidad de los más pobres o de los inmigrantes? Sí. Pero en eso coincidiremos siempre con cualquier persona de buena voluntad y con un mínimo de sentido común.
El partido del señor Pablo Iglesias, Monedero, Errejón y compañía es el mejor ejemplo de los peligros ante los que el Papa Francisco nos alerta: «los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría». El Papa Francisco ha retratado muy bien a estos populistas que predican que todos son unos corruptos, menos ellos; que proponen soluciones éticas a la corrupción que provocarían, más pronto que tarde, males aún mayores y depravaciones morales peores que las que hoy padecemos. Pablo Iglesias y compañía son «intelectuales sin sabiduría», «eticistas sin bondad»; listos (listillos, diría yo) que han aprendido las recetas leninistas y que quieren aplicarlas para llegar al poder y desde ese poder, establecer su propia dictadura marxista. Siempre que una ideología se ha propuesto construir el cielo en la tierra sin contar con Dios, lo que ha hecho siempre ha sido traer el infierno de las persecuciones a los disidentes, los fusilamientos, las cárceles llenas de presos políticos, etc. En España tenemos el recuerdo de lo ocurrido en 1936.
No hay países que pisoteen más la dignidad del ser humano que los comunistas chinos o los norcoreanos; o los fundamentalistas islámicos que, como denunció el Papa, persiguen a los cristianos y a las minorías religiosas que son «expulsadas de sus propias casas y patrias; vendidas como esclavas; asesinadas, decapitadas, crucificadas y quemadas vivas, bajo el vergonzoso y cómplice silencio de tantos». Por cierto, que según denuncian algunos medios de comunicación, el señor Iglesias recibió financiación de Irán, además de Venezuela. Lo peor de lo peor.
Los católicos no deberíamos votar al PP ni al PSOE ni a otros partidos políticos que, como señalaba recientemente el obispo de Alcalá, Mons. Reig Pla, se han constituido en verdaderas estructuras de pecado. Pero si alguien pensaba que Podemos podría ser una alternativa contra los partidos mayoritarios para los católicos, nada más lejos de la realidad. Si un católico apoya, milita o vota a Podemos, o no se entera de nada; o no es realmente católico, sino comunista; o vive su fe con una incoherencia y una falta de formación que lo sitúa fuera de la Iglesia por mucho que se considere a sí mismo cristiano.
Los aplausos de Pablo Iglesias al Papa Francisco son puro «postureo»: un hacer como que comparte el discurso del Papa para atraer votos de incautos que se puedan creer realmente que lo que predica el Papa coincide con los postulados políticos de este señor; una mentira al servicio de la propaganda política; pura impostura, pura hipocresía.
Habrá que encontrar otras alternativas políticas a las que votar que defiendan los principios que no son negociables para un católico. Pero desde luego, Podemos de ninguna manera representa esa alternativa.
Pedro Luis Llera Vázquez
Texto extraído de: http://infocatolica.com/?t=opinion&cod=22610
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