PELIGRO: Nueva Era, Gnósticos y esotéricos

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Autores: Osho, Pablo Coelho

Documental: Peter Joseph - Zeitgeist

martes, 7 de junio de 2016

Elecciones 26 junio 2016 - A quién no votar

Criterios claros: sé a quiénes no voy a votar

En esta campaña electoral interminable, terriblemente cansina, puedo decir que tengo criterios claros. Sé a quién no voy a votar:
No voy a votar a ningún partido que promueva leyes que atenten contra la Ley de Dios. No voy a votar a ningún partido que sea complaciente o comprensivo con elaborto. No voy a votar a ningún partido que promueva medidas que atenten contra la familia o a partidos que sigan los dictados de la ideología de género. No votaré a ningún político que no entienda que la familia es la unión de un hombre y una mujer que se aman y deciden compartir su vida, traer hijos al mundo y educarlos.
No voy a votar a ningún partido que plantee la legalización de la eutanasia ni a ningún político que proponga que se pueda experimentar con embriones humanos o que sea partidario de la eugenesia o de cualquier otra medida que acabe asesinando o congelando a seres humanos inocentes, a quienes no se les concede ninguna oportunidad de vivir.
No voy a votar a ningún partido que pretenda arrebatarles a los padres su derecho inalienable a elegir el tipo de educación y de colegio que quieren para sus hijos, en función de sus principios, de su religión o de su filosofía de vida. No voy a votar a ningún partido que defienda que sea el Estado - o sea, el político de turno que ocupa el gobierno -  quien tenga el monopolio de educar a los niños.
Por supuesto, no voy a votar a ningún partido que sea abiertamente enemigo de la Iglesia y de los católicos. Ningún partido laicista, marxista, comunista (de cualquier pelaje) o anarquista cuenta con mi voto: ni con hoz y martillo, ni con corazones y sonrisas. Los anticlericales y anticatólicos van contra mí. Así que, obviamente, no los voy a votar.Los que aplauden cuando se profanan nuestras iglesias o cuando se cometen sacrilegios o cuando se asaltan capillas o cuando se hacen exposiciones blasfemas, son mis enemigos, porque son enemigos de Cristo. Todos estos - ya que tanto hablan de “memoria histórica” - son los dignos sucesores de quienes quemaron templos y asesinaron a miles de fieles por el mero hecho de serlo, desencadenando en los años treinta del siglo pasado una de las persecuciones más feroces de la historia contra los cristianos.
Tampoco votaré en ningún caso a quien se define como católico y legisla como masón; al que va a la procesión y aprueba leyes abortistas o acepta legislaciones contra la familia. A esos, tampoco.
No voy a votar a ningún partido que esté dispuesto a negociar o haya negociado ya conla unidad de España. Los filo-etarras, los que consideran que Arnaldo Otegui es un hombre de paz y los que dicen que ETA es una fuerza política respetable me repugnan. Simplemente. Soy asturiano y español y soy un hombre de honor: he jurado defender con mi vida la unidad de España. Y yo cumplo mis juramentos: mientras tenga vida y posibilidades de defender España, lo haré. Los tibios, los federalistas, los que no saben tomar decisiones (o no se atreven) para pararles los pies a los secesionistas catalanes o vascos, no tendrán nunca mi voto.
Tampoco voy a votar a mentirosos ni a corruptos. Quien miente una vez, miente un ciento. Los corruptos, los que roban para sí, para su partido, para sus amigos, militantes o simpatizantes, deben acabar en la cárcel: no en el Parlamento. Los que prometen bajar impuestos y luego los suben, mienten. Y no voto a quien me engaña. Los que dicen que van a derogar las leyes contra la familia y contra la vida y luego las mantienen tal cual, nunca van a recibir mi voto.
¿Quién defiende la vida, la libertad de los padres para educar a sus hijos, el bien común de todos los españoles? ¿Quién defiende a España? ¿Quién defiende la moral y la decencia frente a tanta corrupción y tanta basura? ¿Quién defiende la propiedad privada y la justicia social? Porque en España hay millones de parados que sobreviven a duras penas…
Hoy en día no hay ningún partido político parlamentario que no sea una estructura de pecado. Tenemos los malos, los menos malos, los pésimos, los peores, los sinvergüenzas, los mentirosos, los corruptos, los más corruptos; y por último, los que entienden la democracia como los Castro en Cuba o como Maduro en Venezuela. Y ni un solo partido con posibilidades de tener representación en el Parlamento que un católico consecuente pueda votar.
La solución es la abstención o dar el voto a opciones minoritarias y extraparlamentarias. Me da igual. Tengo claro a quién no voy a votar y más claro aún, cuáles son mis principios. Y no voy a renunciar a ellos bajo ningún concepto. Y además me importa un bledo que gusten o dejen de gustar esos principios; que me descalifiquen, que me llamen integrista, ultracatólico, fascista o lo que les dé la gana. Ya estoy acostumbrado. Yo soy católico y español. Por ese orden. Y no voy a traicionar ni mi fe ni mis principios morales (los Mandamientos) ni a mi patria: nunca, con la gracia de Dios.
La degeneración de los político españoles no es sino una muestra de la corrupción moral de la sociedad española. España se forja en la lucha de la Cruz frente al Islam y luego contra las herejías protestantes. La fe católica es la que vertebró y mantuvo unidas las distintas tierras de España. La fe fue el motor de la conquista y evangelización de América. Si España deja a Cristo y lo cambia por el bienestar, el hedonismo y el egoísmo más grosero, dejará de ser España. Vivir en democracia no es incompatible - ni mucho menos - con mantener nuestros principios. La corrupción que sufrimos no se soluciona solo con leyes o con cárceles. Se soluciona con la conversión de cada uno de nosotros a Cristo, con coherencia eucarística, con integridad, autenticidad: con santidad. También con santidad política. 

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