Estas mutaciones se produjeron en las regiones del ADN encargadas de
codificar las proteínas y el 73 por ciento de ellas aparecieron en esos
5.000 años, un “breve fragmento de tiempo” en la historia de la
evolución, según explica a Efe el investigador Joshua Akey, de la
Universidad de Washington (Seattle, oeste de EE.UU.).
Su estudio, que publica la revista científica Nature, analiza el exoma
-la parte codificadora de proteínas del genoma- de 6.515 estadounidenses
con antepasados europeos y africanos, y calcula la edad de más de un
millón de mutaciones. Los científicos concluyeron así que el genoma de
los seres humanos actuales es ‘considerablemente diferente’ al de hace
5.000 años, un momento en el que se produjo una explosión demográfica
por la que la población mundial ascendió de alrededor de 10 millones de
personas a los 7.000 millones actuales.
Estos cambios en el ADN son “muy, muy recientes desde una perspectiva
evolucionista y resulta realmente chocante que el panorama de estas
regiones codificadoras de proteínas sea tan diferente a lo que era hace
unos pocos miles de años”, apuntó Akey. En este sentido, estos
resultados demuestran “la huella que la historia reciente ha dejado
sobre nuestro material genético”, añadió el experto.
La investigación reveló además que el genoma humano contiene una
‘cantidad enorme’ de mutaciones raras, alrededor del 86 por ciento del
total de variaciones, que están presentes solo en el ADN de una persona o
de un puñado de ellas. Así, cada participante del estudio contaba con
alrededor de 150 variaciones que los científicos no pudieron hallar en
sus progenitores.
Según Akey, la importancia de estas mutaciones reside en que afectan a
la estructura de las proteínas y a su funcionamiento, y determinan
factores como la susceptibilidad de sus portadores ante distintas
enfermedades o su respuesta a los tratamientos. Además, los
estadounidenses de origen europeo heredaron un mayor número de
mutaciones consideradas dañinas para la salud que sus compatriotas de
procedencia africana.
Los antepasados europeos de estos estadounidenses emigraron a Europa
desde África y sufrieron lo que se conoce como “cuello de botella
demográfico”, un descenso temporal de su población. Dado que la
selección natural funciona de forma menos eficiente en poblaciones
pequeñas como las que formaron estos individuos, su material genético
heredó un mayor número de mutaciones perjudiciales, detalló Akey, quien
subrayó sin embargo que aunque la diferencia entre ambos grupos existe,
ésta es ‘muy pequeña’ (Fuente: Agencia EFE).
Una vez más, la ciencia nos ayuda (sin querer) a reafirmar nuestra fe en
el Creador. Los cristianos confiamos en que el mundo no tiene millones
de años como se atreven a asegurar los evolucionistas, sino que,
teniendo en cuenta el registro bíblico, desde la caída de Adán y Eva el
mundo no debe tener más de 6.000 o 7.000 años y desde el diluvio unos
4.500 aproximadamente.
Lo que este estudio ha descubierto
nos puede llevar a pensar que la creación entera, pero en este caso
concreto el ser humano´, sufrió una serie de múltiples mutaciones para
poder adaptarse a las nuevas condiciones de su existencia.
No podemos saber cuales fueron esas mutaciones pero, por lo pronto, el
ser humano pasó de no sufrir dolores a sufrirlos, de parir sin dolor a
parir con él… su sistema digestivo tuvo que transformarse para aceptar
el nuevo tipo de alimentación que paso de una dieta vegetariana basada
en frutos a una dieta omnívora que incluía también semillas, hierbas y
carne.
Todo en el ser humano tuvo que ser adaptado para afrontar las adversidades que suponía haberse apartado de su Creador.
Y es lógico que la ciencia establezca una horquilla entre 5.000 y 10.000
años, primero porque, como siempre digo, no tenemos la perspectiva
suficiente como para poder datar las cosas anteriores a la primera
datación humana. Pero además decir que esos millones de mutaciones
surgieron hace 6000 años sería dar un poco la razón a la Biblia y a los
creacionistas.
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